La secretaria ejecutiva de la Cepal y el subdirector general de la FAO manifestaron su respaldo
La secretaria ejecutiva de la Cepal (Comisión Económica de la ONU para América Latina), Alicia Bárcena, y Julio Berdegué, subdirector general de la FAO (Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) respaldaron este martes las políticas implementadas en la Argentina en los últimos meses para mitigar la crisis alimentaria y minimizaron su impacto en las cuentas públicas.
«El presidente Alberto Fernández ha hecho de la cruzada alimentaria una prioridad, lo cual tiene costo fiscal e impacto en las finanzas públicas, no cabe duda, pero este es el momento de invertir en las personas», sostuvo Bárcena este mediodia.
Bárcena, junto a Berdegué, presentó en videoconferencia un informe orientado a «que la crisis sanitaria no se convierta en una crisis alimentaria» en los países de la región.
La titular de Cepal recordó que ya antes del despliegue de la pandemia de coronavirus «había un problema de crisis alimentaria en la Argentina, por el aumento enorme de la pobreza y la pobreza extrema».
Por eso, añadió Bárcena, ese es «el objetivo más importante y prioritario que podríamos pensar en este momento», ya que se prevé que la indigencia pase de 3,8% a 5,5% de la población, un salto de 1,7 puntos, y por eso el gobierno de Argentina fijó en esta materia «una enorme prioridad».
La experta rechazó la «falsa dicotomía» entre salud y economía: «la prioridad es la salud, sin salud no van a poder funcionar las economías», y la Argentina «ha sido muy fuerte al mostrar su gran decisión de priorizar la salud por encima de la parte de la economía».
De todos modos, Bárcena aclaró, que «en el caso argentino la situación es muy heterogénea en el territorio y una parte ya se regularizó al pasar de la política de aislamiento a la de distanciamiento».
«La región metropolitana (de Buenos Aires) es la más expuesta, agregó, sobre todo los barrios más pobres, donde el riesgo de contagio se acelera, pero Argentina, a diferencia de otros países, tiene una política de barrios que es lo que tienen que adoptar el resto de la región».
Bárcena señaló luego que «en un contexto inflacionario es lógico y muy clave que se establezcan precios de referencia o máximos, porque permiten evitar las especulaciones, sobre todo con bienes de primera necesidad, no sólo alimentos».
«También se congelaron alquileres, pagos de créditos hipotecarios y se tomaron otras medidas para apoyar a las familias con mayor vulnerabilidad», resaltó.
En tanto, Berdegué destacó la política alimentaria «bien pensada» de la Argentina, y aunque «claramente la situación fiscal no es la mejor, ayer leía una entrevista en un medio internacional a la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Gueorguieva, en la que decía: ‘gasten todo lo que puedan y ya veremos más adelante cómo arreglamos la carga de la deuda pública'».
El subdirector y representante regional de FAO para América Latina y el Caribe resaltó que antes de la pandemia el Gobierno argentino «heredó una situación extraordinariamente compleja», con «niveles de hambre absolutamente desbordados».
«Si hay algo que no tiene explicación es un país que alimenta, según sus propias cuentas, a 480 millones de seres humanos, y tiene los niveles de hambre y de inseguridad alimentaria que está teniendo en estos momentos», reflexionó Berdegué.
Al respecto, consideró que ese desequilibrio «obliga a pensar muy a fondo cuál es el sentido de las políticas públicas y las estrategias».
«Claro que nos interesa un sector agropecuario argentino extraordinariamente potente, porque la Argentina es una pieza central de la seguridad alimentaria del planeta, no sólo de nuestra región», afirmó Berdegué.
Pero por otro lado, añadió el directivo de FAO, «no puede ser sólo eso, y en ese sentido el plan del presidente (Alberto) Fernández está bastante bien fundamentado y concebido».