Por Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina
El 5 de junio fue establecido como el Día Mundial del Medio Ambiente por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1972 y marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la política internacional con respecto a la problemática ambiental.
Casi 5 décadas después nos enfrentamos a problemas como la contaminación, el cambio climático, la destrucción de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, generados por un modelo de crecimiento que considera que los recursos naturales son infinitos. Esto nos obliga a replantearnos la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza, para poder visualizar un real desarrollo sostenible.
A poco de iniciar su gestión, el presidente Alberto Fernández firmaba con representantes gremiales, empresarios y movimientos sociales el Compromiso Argentino por el Desarrollo y la Solidaridad, que incorporaba la necesidad de abordar la resolución de la deuda externa del país a través de una alternativa «sustentable». Simultáneamente, se anunciaba la creación de un Consejo Económico y Social, a crearse por ley, para tratar las problemáticas identificadas en este compromiso.
Si bien el aislamiento social preventivo y obligatorio ralentizó la actividad del Congreso y los avances para la creación del Consejo, se ha firmado una solicitada respaldando la negociación de la deuda pública que propuso el Estado Argentino, la cual remarca la necesidad de «redefinir compromisos de forma sostenible». Y en este punto queremos detenernos. El Informe Brundtland define el Desarrollo Sostenible como la posibilidad de «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades», y plantea tres dimensiones: social, económica y ambiental. Es por eso que apoyamos la propuesta de sostenibilidad, ya que si el desarrollo no es sostenible, entonces no es desarrollo, es solo una trasferencia de recursos económicos que no considera los impactos ambientales y sociales negativos de esa transacción.
Es importante que el Compromiso Argentino por el Desarrollo y la Solidaridad promueva la creación de un Consejo que además de Económico y Social, sea Ambiental. Caso contrario estaríamos ante lo que expresa el refrán popular: «pan para hoy, hambre para mañana». Argentina cuenta con excelentes instituciones públicas, nacionales y provinciales, orientadas a la investigación y promoción de la sostenibilidad en la actividad productiva, así como organizaciones privadas de orden académico y de la sociedad civil -como Fundación Vida Silvestre-, que cuentan con capacidad y experiencia en esta temática.
Confiados que el desarrollo de nuestro país será sostenible, o no será desarrollo, y que el próximo Consejo Económico y Social será también Ambiental, la Fundación Vida Silvestre Argentina ofrece toda su capacidad, compromiso y esfuerzo, en caso de tener el honor de ser convocada a participar de su implementación y puesta en marcha.