Expertos negaron una relación de los cambios en la capa de ozono con la reducción de emisiones contaminantes ocurrida en el planeta estos meses debido a la pandemia de coronavirus
Se cerró el agujero en la capa de ozono que los meteorólogos habían detectado en el Ártico el pasado mes de marzo, un fenómeno que no se había registrado desde 2011. La confirmación la realizó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que depende de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
«Los niveles de reducción de ozono fueron peores que los detectados en 2011, pero ya se volvió a la normalidad, debido a factores meteorológicos, y el agujero se cerró», indicó en rueda de prensa la portavoz de la organización, Clare Nullis.
La detección de esta anomalía en marzo, explicó, se debió principalmente al mantenimiento en la atmósfera de sustancias perjudiciales para la capa de ozono, pese a que el Protocolo de Montreal de 1989 prohibió su uso, unida a un invierno especialmente frío en la estratosfera.
Nullis negó cualquier relación de los cambios registrados en la capa de ozono con la reducción de emisiones contaminantes ocurrida en el planeta estos meses debido a la pandemia de coronavirus, que redujo en parte la actividad industrial y los transportes.
La capa de ozono estratosférica actúa a modo de «escudo protector» para la vida terrestre de los efectos potencialmente dañinos de la radiación ultravioleta.
La reducción de los niveles de ozono se produce cada primavera austral en la Antártida, pero es menos habitual en el Ártico.
Normalmente, las temperaturas mínimas en el Ártico tienden a ser menores que en la Antártida porque no se alcanzan niveles tan extremos. Pero, este año unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon aire frío, este fenómeno se conoce como «vórtice polar». La pérdida de este gas llegó al 30 por ciento en la vertical del Polo Norte, con temperaturas por debajo de -80 grados.
Normalmente, la estratósfera sobre el Ártico es demasiado cálida y el vórtice polar demasiado inestable para que se dieran esas condiciones. El agujero de la capa de ozono en la Antártida se intensificó hace décadas por las emisiones industriales de gases que destruyen el ozono, un gas protector de la vida en la Tierra frente a los rayos ultravioleta.
La prohibición de estos compuestos en el Protocolo de Montreal en 1989 permitió que ese fenómeno –inusual en el Ártico– disminuya en la actualidad.