"Estar gordo es estar en riesgo y ser diabético, peor. Para defenderte del coronavirus y de cualquier virus en general", explicó Mónica Katz, médica especialista en Nutrición
La pandemia de coronavirus que infectó a cientos de miles de personas en todo el mundo tiene una «aliada silenciosa» en otra enfermedad global como la obesidad que, si bien no aumenta la chance de contraer la primera, puede hacer que su padecimiento corra «riesgos más severos».
Como tal, la obesidad no fue incluída como afección de riesgo por la Organización Mundial de la Salud, aunque sí reconoce a otras como la diabetes y la hipertensión, que son dos condiciones generalmente presentes en las personas con sobrepeso.
«Estar gordo es estar en riesgo y ser diabético, peor. Para defenderte del coronavirus y de cualquier virus en general», explicó Mónica Katz, médica especialista en Nutrición.
En diálogo con Télam, la nutricionista recordó que «existe evidencia de la última pandémia de H1N1 que indica especial impacto en personas con obesidad y diabéticos».
De hecho, estudios realizados con posterioridad a la aparición de la vacuna contra esa enfermedad habían constatado menor carga de anticuerpos entre los obesos que en personas con parámetros de peso saludable.
Katz, sin embargo, pidió dirigir la atención hacia el sistema inmune de los pacientes con perturbaciones importantes en su índice de masa corporal: «Hay un montón de elementos del sistema que están, por decirlo de una manera que se entienda, ‘secuestrados’ por el proceso crónico inflamatorio que padece esa persona. Tiene al sistema inmune defendiéndose de su propio cuerpo y no puede enfocarse en el atacante externo».
La médica nutricionista señaló que no existen motivos para pensar que la gordura, de por si, aumente la posibilidad de contagio, pero consideró que el tránsito por la infección se dará «con riesgos más severos».
El estrés, tan presente en la vida de cuarentena, también juega un rol importante durante estos días por una doble razón: «Está demostrado que está relacionado de manera directa con la depresión del sistema inmune y por otro lado, puede que ese estrés trate de resolverlo comiendo más o peor», explicó Mónica Yedvab, docente en la carrera de Nutrición de la Universidad Nacional de Lanús.
Tratar de establecer rutinas de alimentación sana y ejercicio físico, son dos claves para reforzar el sistema inmunitaria.
«No hay alimentos mágicos que nos salven ni nos curen del coronavirus, pero hay evidencia de varios componentes que mejoran la inmunidad. Consumir pescado, frutas y verduras no te aseguran que no te enfermes pero esta bueno que los integramos», destacó Katz.
Además de mejorar la ingesta de esos alimentos, Yedvab pidió poner el acento sobre un sistema «productor de alimentos que daña y que no produce sanidad».
«Hay un estudio de 2017 del Senasa que demostraba que el 70% de los alimentos que llegaban al Mercado Central tenían presencia de agroquímicos. Esos residuos no son inocuos, que es lo que también nos enferma», añadió.
Por otra parte, «el perfil alimentario de los argentinos es malo. Se está comiendo poca verdura y poca fruta. De 2005 a 2018 aumentó un 73% la obesidad en el país. Esa es la pandemia de muerte lenta, la obesidad, que tendremos que atacar durante y después del Coronavirus», concluyó Katz.