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La importancia de la vitamina D y el cuidado de la piel


Pareciera existir una contradicción entre la obtención de la vitamina D y el cuidado de la piel, ya que para lo primero necesitamos del sol y para lo segundo debemos protegernos de este. Tomando las precauciones necesarias, no tiene por qué haber incompatibilidad entre lo uno y lo otro.

Pareciera existir una contradicción entre la obtención de la vitamina D y el cuidado de la piel, ya que para lo primero necesitamos del sol y para lo segundo debemos protegernos de este. Tomando las precauciones necesarias, no tiene por qué haber incompatibilidad entre lo uno y lo otro.

 

 

A veces la biología nos pone en situaciones paradójicas, en las que dos realidades entran en contradicción. Esto es, más o menos, lo que ocurre con la vitamina D y el cuidado de la piel. Pareciera que son dos factores excluyentes, pero no es así.

Recordemos que, en general, nuestro cuerpo no puede producir la mayoría de las vitaminas por sí solo. Las obtenemos principalmente de los alimentos y así las integramos a nuestro organismo. Sin embargo, la vitamina D es una maravillosa excepción a esta regla.

Nuestro cuerpo sí es capaz de producir esta vitamina, pero para hacerlo necesita del sol. Es decir, que si no nos exponemos al sol, tampoco será posible que el organismo genere este nutriente. Ahí es donde aparecer la paradoja: la vitamina D y el cuidado de la piel parecerían ir por caminos opuestos.

La vitamina D

Para algunos expertos la vitamina D no debería considerarse como una vitamina, sino como una hormona, ya que todos sus mecanismos de acción se ajustan a ese tipo de compuesto. De hecho, no se trata de una sustancia ajena al cuerpo.

Sea como fuere, lo cierto es que esta vitamina es fundamental para mantener un buen estado de salud. Particularmente, ayuda al cuerpo a absorber el calcio, un componente fundamental para tener huesos sanos. Así mismo, incide en el buen estado de los músculos y en el funcionamiento del sistema nervioso e inmunológico.

Hay pocos alimentos que contienen esta vitamina de forma natural. Básicamente, está en los pescados grasos y en una mínima cantidad en el hígado de vaca, el queso, la yema del huevo y los hongos. El punto es que obtenemos el 90 % de este nutriente gracias a la exposición solar. Por eso es necesario conciliar la producción de vitamina D y el cuidado de la piel.

Nuestro organismo produce vitamina D cuando nos exponemos directamente al sol. Hay que subrayar la palabra “directamente”, ya que tomar el sol en ambientes interiores, salir en días nublados o buscar la sombra son situaciones que reducen significativamente las posibilidades del organismo para producir este nutriente.

Por el otro lado, la mayoría de nosotros sabemos que la exposición directa y frecuente al sol es una de las principales causas del cáncer de piel. Por lo mismo, en todas partes encontramos recomendaciones que nos llaman a evitar el sol para mantener la buena salud dermatológica.

Para conciliar la producción de vitamina D y el cuidado de la piel, lo que se debe hacer es tomar sol con moderación y con las precauciones del caso. Habría que tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo aconsejable es tomar de 10 a 15 minutos de sol cada semana, durante las temporadas de verano y primavera.

Si se toma el sol por más tiempo, lo indicado es usar protector solar. Este reduce el efecto de los rayos UVA y, por lo tanto, disminuye la producción de vitamina D, pero al mismo tiempo contrarresta el riesgo de patologías en la piel.

A partir de los 50 años se deteriora la capacidad de la piel para producir vitamina D. Por lo tanto, hay que incrementar el consumo de alimentos que contienen este nutriente y tomar el sol siguiendo las recomendaciones ya anotadas.

En las épocas o los países con más intensidad solar, lo más recomendable es tomar esos pequeños baños de sol a la primera o última hora del día, para prevenir riesgos.

Si vamos a exponernos directamente al sol por lapsos prolongados, como mínimo debemos utilizar un filtro solar con factor de protección solar (SPF) 8.

 

La deficiencia de vitamina D

Si no obtenemos suficiente vitamina D pueden aparecer varios problemas de salud. La deficiencia de este nutriente se debe principalmente a la falta de exposición directa al sol. También ocurre porque no ingerimos suficientes alimentos con esta vitamina, o porque nuestros riñones no la procesan adecuadamente.

Cuando hay deficiencia de vitamina D, se altera la absorción de calcio y esto repercute en la salud de nuestros huesos. En el caso de los niños se puede producir raquitismo, una enfermedad en la que se debilitan y deforman los huesos. En los adultos se produce osteomalacia, una patología que se manifiesta con dolor en músculos y huesos.

Vale la pena tener presente que necesitamos exponernos directamente al sol de vez en cuando, por momentos breves y tomando las precauciones adecuadas. La vitamina D y el cuidado de la piel no son incompatibles, pero sí exigen medidas de cuidado y protección.