Análisis

Comienza a moverse la agenda económica 2020


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

Terminó la última semana de febrero. Comienza marzo, el mes que se puso el gobierno nacional como dead line para resolver el tema de la deuda. Para este domingo 1° a las 11:30 está prevista la apertura de sesiones del Congreso Nacional. Seguramente Alberto Fernández dará a conocer a conocer con un poco más de detalle cuál es la agenda parlamentaria del gobierno para el 2020, trazando una hoja de ruta de la gestión. Se ha generado mucha expectativa con respecto a algunos adelantos de lo que será el plan económico, pero lo más probable es que sólo se tracen líneas gruesas.

Ya circula por algunos medios un boceto de lo que podría ser el plan económico diseñado por el ministro Martín Guzmán y que tendría el aval del FMI. Más allá de los detalles finales, no parece haber sorpresas. Los ejes fundamentales podrían resumirse en los siguientes puntos:

a- Una apuesta fuerte a la generación de divisas genuinas, a través de una balanza comercial superavitaria. Digamos, venderle más al mundo de lo que le compramos. Esto se consigue potenciando y sustituyendo exportaciones, por un lado. Es decir, abriendo mercados nuevos y colocando productos nuevos en el exterior. Y por el otro, sustituyendo importaciones a través del impulso fuerte a la industria local.

b- Como uno de los soportes del punto a, se proyecta un tipo de cambio competitivo.

c- Una estrategia de freno de la inercia inflacionaria a través de las negociaciones con empresarios y representantes de los trabajadores, y de revisión y control de los precios de las tarifas de los servicios públicos.

d- Un pequeño aumento de los derechos de exportación para la soja, de alrededor de un 3% (los demás productos seguirían igual).

e- Disciplina fiscal, que en principio suena razonable pero que genera algunos resquemores dada el impacto negativo en la actividad económica que suele tener un recorte de gastos del Estado nacional.

f- Algunas políticas de estímulo muy focalizadas en el crédito blando a la producción y el consumo de los sectores de menores ingresos.

Claro, Guzmán no sólo debe resolver la crisis de la deuda, sino que se enfrenta también a una economía recesiva. Las señales del pasado reciente son muy negativas. Según lo informado por el Indec, la caída del consumo en 2019 fue muy fuerte. Las ventas en supermercados cayeron un 9,7%, un 8,4% en autoservicios mayoristas, y un 6,8% en los shoppings. El mercado automotor, en particular, y a pesar de su desplome (que en lo que va de febrero ya llega al 30% en relación al mismo mes del año pasado), muestra aumentos de precios por encima del 81% en los últimos doce meses (muy por encima de la inflación acumulada en el período, que está algo por encima del 50%). En síntesis, el cuadro es extremadamente crítico.

Sin embargo, hay un dato, aún no consolidado en el tiempo, es cierto, pero que de estabilizarse emite una señal positiva hacia el futuro. El Índice de Producción industrial, que elabora la consultora FIEL, muestra que la actividad económica interrumpió su proceso de caída libre de los últimos dos años. En enero registró una mejora interanual del 4,8%, luego de una recuperación del 3,4% observada en diciembre. Si bien los datos no constituyen en sí una tendencia, y es preciso considerar los sesgos que pueden filtrarse por cuestiones estacionales, no deja de ser positivo que la tendencia muestre, al menos, un freno de la caída de los últimos dos años. También comienzan a percibirse algunos brotes verdes en la industria de alimentos y bebidas, donde comienza a reflejarse en una leve mejora de la producción. Según los empresarios del rubro la razón es clara: las medidas de estímulo al consumo implementadas por el Gobierno (mejora de ingresos de asalariados, pensionados, jubilados, y beneficiarios de la AUH), comienzan a impactar en la demanda. Con cautela, aún, porque la tendencia no está consolidada, pero las empresas intentan adaptarse a los cambios.

Paralelamente la renegociación de la deuda continúa. El ministro Guzmán se reunió ayer y antes de ayer con fondos de inversión que tienen en su poder deuda argentina y el diálogo es fluido. Se supo también que la semana que viene, varios de estos fondos llegarán a la Argentina para ponerse al tanto de los detalles de la propuesta de operación de canje que está el proceso de elaboración (como por ejemplo qué bancos van a intervenir como intermediarios), y para reunirse con funcionarios argentinos.

Según el cronograma propuesto por el gobierno, la oferta debería formalizarse en la segunda semana de marzo, aunque fuentes del gobierno aseguran que no se considera un fracaso si se toman algunos días más para arribar a un consenso previo. Vale tener en cuenta la importancia de las negociaciones, ya que para los títulos bajo ley extranjera rige la cláusula de acción colectiva de segunda generación, y que en un escenario de un 75% de aceptación por parte de los bonistas, obliga al resto a aceptar le propuesta, porcentaje que se reduce al 66% en caso de dos o más series de bonos.

En síntesis en fundamental reunir la mayor cantidad de adhesiones durante las negociaciones previas, para asegurar el éxito de la operación.