Hay cuatro lugares que investigan el procedimiento, confirmó la Sociedad Argentina de Trasplantes
Hay cuatro lugares que investigan el procedimiento, confirmó la Sociedad Argentina de Trasplantes
El trasplante de útero, una técnica quirúrgica en fase experimental para tratar un tipo específico de infertilidad femenina que hizo posible más de 20 de nacimientos a nivel mundial, es una realidad cada vez más cercana también en Argentina donde al menos «cuatro centros (médicos) están trabajando para desarrollarlo», según la Sociedad Argentina de Trasplantes (SAT).
«Al menos cuatro centros están trabajando en desarrollar el trasplante de útero: el Hospital Italiano, el Privado de Córdoba, el Sanatorio Centro de Rosario y el Instituto de Trasplantes y Alta Complejidad (ITAC)», dijo a Télam el jefe de trasplante renopancréatico de esta última institución e integrante de la comisión directiva de la SAT, Pablo Uva.
En tanto, desde el Incucai informaron a Télam que «existen dos protocolos presentados» para experimentación, uno «en instancia de evaluación» y otro «aprobado»: este último pertenece el jefe de trasplantes del Hospital Privado de Córdoba y es para la «disección de úteros de donantes fallecidos con fines de investigación para desarrollar una técnica de ablación y eventual implante uterino». Y aunque el Incucai no da datos sobre protocolos aún no aprobados, desde el sanatorio rosarino informaron que en diciembre pasado presentaron «un protocolo para realizar cinco trasplantes uterinos con donante vivo relacionado».
«Nos preparamos con el equipo del pionero sueco Mats Brännström, que es líder a nivel mundial y ha realizado trasplantes en todo el mundo con 95% de éxito quirúrgico y 85% de ‘take-home baby rates’. Ellos harán los primeros procedimientos en Rosario que esperamos sean este año», dijo a Télam María Victoria Boccio médica ginecóloga y una de los tres profesionales que encabezan el proyecto. «Apenas nos den el permiso, vamos a seleccionar las candidatas y empezar con la fertilización asistida para después planificar la fecha quirúrgica», puntualizó.
Experimentado en humanos desde el año 2000, el trasplante uterino consiste en implantar un órgano de una donante viva o cadavérica a una paciente que no puede quedar embarazada por «factor uterino absoluto» que «representa el 4% de los casos de infertilidad femenina».
Hasta ahora las mujeres que nacían sin útero, con un órgano defectuoso o lo perdían como parte de un tratamiento oncológico, tenían solo dos opciones para ser madres: la adopción o la gestación por sustitución.
La nueva alternativa en estudio ya permitió «más de 20 nacimientos en Suecia, EEUU, Brasil, China, Alemania y Líbano», aseguró Boccio, la mayor parte de ellos de donante viva, la vía más explorada. «Algo común pero muy conmovedor es que la hija reciba el órgano de la madre y entonces el útero donde ella estuvo, ahora está dentro de su cuerpo y es con el que tendrá a su hijo», contó. Otra cosa que ocurre es que «le implantás el útero y a las 6 semanas menstrúan, algo que nunca les había pasado».
El primer bebé gestado en un útero trasplantado con donante viva nació en Suecia en 2014 y cuatro años después vino al mundo en Brasil el primer niño nacido de una trasplantada con donante cadavérica. «En todos los casos, los embarazos se logran por fecundación in vitro, se transfiere un solo embrión y el parto es siempre por cesárea», dijo Boccio.
Por su parte, Uva explicó que este trasplante tiene tres características diferenciales: «es efímero» porque el órgano trasplantado se extrae una vez obtenido el objetivo para que la paciente deje de estar inmunosuprimida; es el único que se practica en pacientes «sanos», y es parte de un tratamiento de fertilidad que involucra además «otras dos etapas»: la fecundación in vitro y el implante embrionario en el útero trasplantado, lo que «se realiza trascurrido un año de la cirugía».
Boccio destacó que en el trasplante con donante vivo relacionado se puede previamente «estudiar bien el útero» a trasplantar y «de por sí hay más compatibilidad» porque en general las donantes son «la madre o hermanas».
Uva, quien «hace unos tres años» también presentó al Incucai «un protocolo para procurar órganos de donantes cadavéricos», señaló que «hay que sopesar los riesgos de exponer estas donantes a una cirugía de esta envergadura», existiendo la posibilidad donantes cadavéricas. Como toda práctica médica novedosa, el trasplante de útero «es un dilema ético», reconoce el médico.
«Por un lado se plantea por qué una persona sana se somete a un trasplante y a la inmunosupresión, habiendo otras alternativas de ser madre. Por otro lado, el riesgo lo está corriendo ella y no otra persona, como en la gestación por sustitución», dijo este médico cirujano.
«Pero que sea un dilema ético no quiere decir que sea algo malo y no se pueda hacer, sino que hay que considerar los pros y los contras, quiénes corren los riesgos y si el beneficio los supera», agregó. «El trasplante de útero tiene un lugar en el tratamiento de la infertilidad, en su debido momento debería ser aprobado», concluyó.