Las cifras, difundidas por la OMS y la CDC, fueron registradas en 2018 en medio de un fuerte brote mundial
Las cifras, difundidas por la OMS y la CDC, fueron registradas en 2018 en medio de un fuerte brote mundial
Los nuevos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) revelan que en 2018 más de 140.000 personas murieron de sarampión en el mundo.
En concreto, en 2018 hubo 9.769.400 casos estimados de sarampión y 142.300 muertes relacionadas en el mundo. Estos datos son mejores que en el año 2000 (28.219.100 casos y 535.600 muertes), pero peores que en 2017 (7.585.900 casos y 124.000 muertes). La mayoría de las muertes se produjeron en niños menores de 5 años: son los más pequeños los que corren mayor riesgo de contraer esta infección con complicaciones graves como neumonía, encefalitis –una inflamación del cerebro– o discapacidad de por vida (daño cerebral permanente, ceguera o pérdida de audición).
“Estas últimas cifras muestran que lamentablemente estamos retrocediendo en nuestro progreso contra una enfermedad fácilmente prevenible: el sarampión”, afirma Kathy Calvin, presidenta y directora ejecutiva de la Fundación pro Naciones Unidas. Contraer el virus del sarampión impacta a largo plazo en la salud, ya que el virus daña la memoria del sistema inmunológico durante meses o incluso años después de la infección. Esta ‘amnesia inmunológica’ deja a los supervivientes vulnerables a otras enfermedades potencialmente mortales al dañar las defensas del cuerpo.
“Es francamente un escándalo y un fracaso colectivo que cualquier niño o niña muera por una enfermedad que se puede prevenir mediante vacunación”, declara Tedros Adhanom Ghebreysus, director general de la OMS. “Para salvar vidas, debemos invertir en inmunización y en atención sanitaria de calidad como un derecho global”.
La cobertura de la vacuna contra el sarampión en el mundo no es adecuada para prevenir brotes. De hecho, las tasas de vacunación se han estancado durante casi una década. Mientras que la OMS recomienda que la cobertura con dos dosis de la vacuna contra el sarampión sea del 95% para proteger a las poblaciones, se estima que en 2018 solo el 86% de los niños recibió la primera dosis y menos del 70% la segunda.
Un desafío mundial que afecta a los más pobres
Al estimar el número total de casos y muertes por región, el informe indica que los peores efectos del sarampión se produjeron en el África subsahariana, donde muchos niños y niñas no tienen la oportunidad de recibir la vacuna.
De hecho, en 2018 los países con mayor incidencia de la enfermedad fueron la República Democrática del Congo, Liberia, Madagascar, Somalia y Ucrania. Estos cinco países representaron casi la mitad de todos los casos de sarampión en el mundo.
Mientras que la OMS recomienda que la cobertura con dos dosis de la vacuna contra el sarampión sea del 95% para proteger a las poblaciones, se estima que en 2018 solo el 86% de los niños recibió la primera dosis y menos del 70% la segunda.
Pero si bien los mayores efectos se han producido en los países más pobres, algunos estados ricos también han luchado contra brotes de sarampión en 2018: EE UU notificó el mayor número de casos en 25 años y cuatro países de Europa –Albania, República Checa, Grecia y Reino Unido– perdieron su ‘estatus de eliminación’.
La eliminación del sarampión se define como la ausencia de transmisión endémica del virus en una región durante más de 12 meses. Por el contrario, no se considera que un país esté libre de sarampión si el virus regresa y la transmisión se mantiene más de un año.
“Hemos tenido una vacuna segura y eficaz contra el sarampión durante más de 50 años”, subraya Robert Linkins, experto de los CDC y presidente de la Iniciativa contra el Sarampión y la Rubéola. “Todos los niños y niñas necesitan esta vacuna que salva vidas. Debemos detener estas muertes evitables mejorando su acceso y cobertura”.
En los últimos 18 años se estima que la vacunación contra el sarampión por sí sola ha salvado más de 23 millones de vidas.
Fuente: El Espectador