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Qatar Airways eliminó los vuelos de ocho minutos tras una lucha ecologista


Nueve minutos es el tiempo que puede durar una ducha o la espera en una parada de colectivo. Da para escuchar dos o tres canciones, leer una nota, ver un par de tráilers en el cine. También es la duración del vuelo Maastricht-Lieja, el trayecto que ha calmado los ánimos a ambos lados de la frontera entre Holanda y Bélgica por el enorme coste medioambiental de permitir un desplazamiento aéreo tan corto, de solo 38 kilómetros.

En el centro de la polémica está Qatar Airways. Uno de sus Boeing 777 transporta mercancías desde Doha hasta la Ciudad de México con escala en la localidad belga de Lieja. El problema llegó cuando un cliente holandés insistió en recibir su entrega en el aeropuerto de Maastricht, alterando así el itinerario: de Doha a la ciudad holandesa y luego a Lieja. Este último desplazamiento, de solo 38 kilómetros y nueve minutos de duración a una velocidad media de apenas 300 kilómetros/hora, resulta necesario porque el aeródromo de Maastricht no está adaptado, por la corta longitud de la pista, para permitir que alce el vuelo un avión de carga de ese tamaño repleto de mercancías y combustible. Y por tanto, la carga completa se realiza en la ciudad belga.

El despegue y aterrizaje suponen una parte importante de las emisiones contaminantes de un avión, con lo que la brevedad de la ruta, considerada un sinsentido por ONG y diputados ecologistas, generó una oleada de críticas. «¿Quién crees que es más rápido, Tom Dumoulin en su bicicleta o el vuelo de Qatar Airways con sus controles de seguridad, embarque de la tripulación y ruta de taxi?», preguntaron con sorna dos diputados holandeses a la ministra de Transportes, en referencia al popular ciclista neerlandés.

Pese a que Qatar Airways aclaró que no se trata de un vuelo regular y solo se lleva a cabo ocasionalmente, en Bélgica el escándalo no fue menor. El pasado 10 de noviembre, coincidiendo con el paso del Boeing por Lieja, un grupo de ecologistas vertió 150 kilos de basura ante el aeropuerto para protestar por el daño ecológico del trayecto. Luego la recogieron, dado que el objetivo era únicamente visibilizar un caso que haría removerse en su asiento a la joven activista Greta Thunberg, que se niega a tomar aviones por muy lejos que sea el destino de su viaje.

A la pequeña movilización se unió la denuncia pública de un concejal verde de Lieja, que calificó de «aberración ecológica» el absurdo de mantener una ruta de nueve minutos por el capricho de un solo cliente, teniendo en cuenta que existe la posibilidad de hacerle llegar la mercancía a través del tren o en solo media hora por carretera.

La queja de ambos surtió efecto: el ministro de Aeropuertos belga, el liberal Jean-Luc Crucke, se reunió con Qatar Airways y la compañía accedió la semana pasada a poner fin a la ruta… en cuanto expire el contrato de seis vuelos actualmente en vigor.

Fuente: El País