Un cordón humano de militantes independentistas contuvo este sábado durante cinco horas un choque entre manifestantes violentos y la policía en el centro de Barcelona, evitando graves disturbios, lo que rebajó la tensión durante la sexta jornada de protestas consecutivas contra las duras penas de prisión de los líderes del proceso de secesión de 2017.
El ambiente de «tregua» fue posible gracias a una iniciativa del dirigente independentistas Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), quien hizo un llamado a través de Twitter a crear una «barrera humana de la sociedad civil» para frenar «la violencia de porras y barricadas».
El diputado, que pidió colaboración ciudadana para «defender el legítimo derecho de protestar» y «rebajar la tensión», fue recibido con abucheos en la concentración, que había sido convocada por Arran, las juventudes del partido independentistas y anticapitalista CUP, en rechazo a la «represión policial» y por la libertad de los presos».
Habían adherido a la protesta la propia CUP, la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y los Comités de Defensa de la República (CDR), a los que la autoridades españolas atribuyen los brotes de violencia de los últimos días.
Ante la previsión de que se produjeran nuevos incidentes, luego de la quinta noche de disturbios graves, el presidente catalán, Quim Torra, hizo un llamado a la «responsabilidad» a los militantes secesionistas.
Pero además, reclamó al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que también asuma su parte y se siente a dialogar para alcanzar una «solución democrática» a la actual crisis.
Sánchez, sin embargo, respondió a Torra que primero debía condenar de forma «rotunda» la violencia de los manifestantes radicales «y reconocer a la otra parte de catalanes que no son independentistas», antes de iniciar cualquier diálogo.
Por su parte, el ministro del interior, Fernando Grande Marlaska, defendió con firmeza la actuación policial e insistió que los delitos de orden público que se están cometiendo en Cataluña «no quedarán impunes».
Marlaska, quien se trasladó hoy a Barcelona para reunirse con el responsable de Interior catalán, Miquel Buch, aseguró que «la situación está bajo control» a pesar de la sensación de caos reinante en los últimos días en las calles de Barcelona y otras ciudades catalanas, donde independentistas radicales levantaron barricadas, quemaron contenedores y se enfrentaron con piedras y otros objetos a la policía.
«Hay una violencia importante, grave, organizada, con mando, pero no estamos desbordados», subrayó Marlaska en conferencia de prensa.
Además, el responsable de seguridad apuntó al «independentismo radical» como el responsable de los disturbios, por los que solo ayer fueron arrestadas 83 personas, que se suman a otras 128 de los días anteriores, y reclamó a Torra que lo condene y trabaje a favor de la convivencia.
Los enfrentamientos de la noche del viernes fueron los más virulentos de la semana y dejaron 182 personas heridas, 152 de ellas en Barcelona, según los servicios de asistencia médica.
Además, se informó que 19 personas siguen hospitalizadas desde que empezaron las protestas, una de ellas, en estado muy grave.
Marlaska defendió que las fuerzas de seguridad están actuando con «proporcionalidad» y «moderación» ante unos manifestantes que muestran una «virulencia inédita» contra los agentes.
A diferencia de las jornadas anteriores, frente a una nueva concentración que se preveía que derivaría en disturbios, la policía nacional aguantó la presión y dejó que fueran los manifestantes pacifistas los que contuvieran a los violentos.
Durante varias horas, en la plaza Uruquinaona se escucharon gritos contra la policía, a favor de la independencia, y exigiendo la libertad de los presos frente a un cordón policial. Los manifestantes pacíficos lograron que el grueso de la movilización se dirigiera hacia otro punto cercano, el Arco de Triunfo. Mientras, el cordón humanitario se quedó para contener a los violentos que buscaban confrontar con la policía.
Poco antes de la medianoche, grupos de jóvenes radicales lograron levantar algunas barricadas con lo que encontraron en los alrededores – las autoridades municipales habían retirado casi todos los contenedores- y se enfrentaron con la policía. Los disturbios, sin embargo, tuvieron mucho menos envergadura que los días anteriores.
El opositor conservador Partido Popular (PP), los liberales de Ciudadanos y los ultraderechistas de Vox acusan a Sánchez de «pasividad» frente a «los violentos». Pero el jefe del Ejecutivo sigue defendiendo una respuesta «moderada» -evitará intervenir el gobierno regional- para «no retroalimentar la violencia», dejando que sean las fuerzas de seguridad las que controlen a los alborotadores.