Durante un partido de fútbol te ponés nervioso, puede que transpiren las palmas de las manos, te sentás bien al borde del sillón y de repente, cuando suena el silbato final y el juego termina, saltás al aire celebrando la victoria, sintiendo una felicidad enorme después de tantos minutos en suspenso.
Todas estos «síntomas» que experimenta el cuerpo fueron monitoreados en 25 fanáticos del Leeds United (Gran Bretaña), con edades entre 20 y 62 años, en el marco de tres encuentros disputados. Uno de los aspectos estudiados fueron las frecuencias cardíacas que en promedio aumentaron en un 17 por ciento.
«Aunque la gente piensa que ver fútbol te lleva al límite, no es tan así. Descubrimos que simplemente mantenía a las personas en un buen nivel de excitación», explica la doctora Andrea Utley, una científica especializada en deporte que dirigió el estudio junto con Bet Victor.
Cuanto más importante es el partido, más grandes son las reacciones
Ver cómo gana tu equipo tiene un impacto positivo en la salud. El estrés físico que se vive como espectador, equivale a una caminata rápida de 90 minutos, por lo que apoyar a tu cuadro en un partido de fútbol te da un entrenamiento cardiovascular moderado.
Respecto a la presión sanguínea, notaron que los fanáticos tienen niveles bajos cuando el encuentro deportivo concluyó a su favor; y por el contrario, si el equipo pierde, esta continua aumentando, según publicó TN.
Incluso, dependiendo del resultado del partido, un impulso psicológico afecta con la misma fuerza si se gana o se pierde. Por un lado se puede sentir una felicidad absoluta, que invade durante todo un día, o la otra cara, cuando el equipo es derrotado, la caída puede ser bastante severa e incluso dolorosa, como si se viviera la pérdida de un ser querido. No hay punto medio.