Hace tiempo que Santa Fe tomó un protagonismo pocas veces visto. No fue casualidad que los dos partidos que corren con más ventaja para ser electos en los comicios presidenciales hayan escogido cerrar sus campañas electorales en la ciudad de Rosario. Juntos por el Cambio, que postula a Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, y el Frente de Todos, con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, se pelean arduamente por el voto del santafesino.
Pero, ¿por qué es tan importante el resultado que otorgue la disputa en nuestra provincia? Si bien está claro que junto con Córdoba son los territorios que mayor peso tienen en el país detrás de la monstruosa Buenos Aires, resulta llamativo el constante interés de la clase política y sus asesores.
El análisis incluye varias aristas. Primero vale recordar lo que sucedió en noviembre de 2015, cuando Daniel Scioli, por el Frente para la Victoria, y Mauricio Macri, por Cambiemos, se enfrentaron en una segunda vuelta electoral conocida como balotaje.
En aquel entonces, el 55,72% de los santafesinos le dieron su voto de confianza al candidato opositor, mientras que el 44,28% respaldó al ex gobernador de Buenos Aires. La disparidad fue de 234.295 votos a favor del macrismo, cifra que representó una diferencia del 11,44%.
De hecho, Macri llegó a la Casa Rosada gracias al apoyo que recibió en los distritos más poblados del país, como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Entre Ríos. Sólo ganó en ocho provincias y en la mencionada Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mientras que Scioli lo hizo en quince.
En 2017 se ratificó el avance «amarillo» en la bota argentina con una gran elección legislativa del PRO en todos los distritos, con los ejemplos del desconocido por muchos Albor Ángel «Niky» Cantard y con el gran caudal de votos que había conseguido Roy López Molina en Rosario.
Pero el humor de la gente cambió, y mucho. En los últimos dos años, las políticas económicas del gobierno de Macri no dieron los resultados esperados y el bolsillo del argentino comenzó a sufrir cada vez más, a la vez de que aumentó notoriamente la cantidad de pobres en toda la República.
Este malestar se vio reflejado en las pasadas elecciones generales celebradas en la provincia de Santa Fe, algo que también sucedió en la mayoría de los territorios del país. Cambiemos, con José Corral como aspirante a la gobernación, y con López Molina en el camino a la intendencia local, se ubicó en el tercer lugar, muy lejos de los otros dos protagonistas de esta historia: el Frente Juntos, devenido ahora en el Frente de Todos, y el Frente Progresista Cívico y Social.
El senador nacional del PJ Omar Perotti fue el elegido para ser el gobernador durante los próximos cuatro años con el 40,54% de los votos, por encima del 36,32% que cosechó Antonio Bonfatti, quien iba por su segundo mandato al frente de la Casa Gris.
De este resultado se desprende el marcado optimismo que existe en las arcas kirchneristas sobre la decisión de los santafesinos en las urnas. Voceros del frente opositor afirman que el caudal de votos que conseguiría la fórmula F – F en el distrito litoraleño terminaría de inclinar la elección a su favor.
Y en este ítem se suma la gran interna que despertó en el socialismo la decisión de Miguel Lifschitz de apoyar a Roberto Lavagna en su camino a la presidencia. Pero el enojo no llegó tanto por el hecho de acompañar al ex ministro de Economía, sino porque quien se presenta a la vicepresidencia es Juan Manuel Urtubey, el actual gobernador salteño.
De hecho, se supo que muchos militantes socialistas tuvieron la «libre elección» de repartir en los barrios la boleta que ellos escogieran, ya sea la de Alberto y Cristina o la de Lavagna y Urtubey; siempre y cuando respalden la lista de precandidatos a diputado nacional por Consenso Federal que encabeza el edil rosarino Enrique Estévez Boero.
Si bien el Partido Socialista (PS), con la firma de su presidente, Antonio Bonfatti, emitió un comunicado afirmando el respaldo total a Lavagna, un grupo de militantes socialistas, alineados al diputado Eduardo Di Pollina y a la ministra de Educación, Claudia Balagué, decidieron en asamblea fundar una nueva corriente denominada ‘Bases’. «Definimos que Lavagna-Urtubey, que es la fórmula promovida por un sector del socialismo, no nos representa», comunicaron, y dijeron que después de las Paso resolverán su postura final.
Así las cosas, el Frente de Todos correría con ventaja en Santa Fe. Sin embargo, está claro que dicho distrito fue clave para que Macri llegue a la presidencia y rompa la hegemonía del peronismo. Las cartas están echadas, y todos los esfuerzos por captar la atención del electorado en la tercera provincia en importancia del país con el 8,3 por ciento del padrón nacional ya fueron consumados. Ahora, les tocará a los santafesinos hablar en las urnas.