Por Mario Luzuriaga
Seguramente Jorge Apezteguía es un nombre más para todos los lectores, pero muchos seguramente lo conocen por su apodo: el Oso.
Acompaña las mañanas y las tardes rosarinas con «Comunidad Fan», su programa radial que es uno de los número uno de la radiofonía de la ciudad. En seis meses, el Oso logró cautivar a todos con su buena onda y por estar cerca de sus oyentes, con este proyecto que tiene una visión muy adelantada.
El Oso habló con CLG acerca de sus inicios en su Marcos Juárez natal, su paso por Buenos Aires y su amor por la ciudad de Rosario.
«Cuando tenía doce años, mi papá era el presidente de un club en Marcos Juárez, de donde soy oriundo, y se organizaban bailes. Un día me tocó llevar el casete con la publicidad de los bailes a una radio y cuando entré me fascinó ese mundo», inició el conductor.
Contó que lo cautivó esa luz roja que daba aire al programa que se emitía, ya que de chico el aspiraba a convertirse ingeniero electrónico y a su vez se dedicaba a jugar al básquet por ese entonces. Pero algo inexplicable le pasó que lo fue introduciendo cada vez más.
«Un día sonó el teléfono, algo que hoy ya no pasa, y me dijeron que atienda y diga el nombre de la radio; ahí fue cuando me metí en el mundo de la radio y no paré», afirmó. Pasó por todas las radios desde las más chicas hasta las más grandes y tuvo la oportunidad de trabajar en Radio La Red en Buenos Aires.
—¿Cuál fue tu primera experiencia en radio?
—Eso empezó medio tarde, pero empecé con lo de los bailes en un programa que se llamaba «Cuando calienta el sol». Yo estaba ahí en la producción y ya después fui a una radio mejor en Marcos Juárez y entré como telefonista. Siempre fui parte de un grupo y ahí aprendí a ser operador técnico y a mí nunca me gustó el micrófono, me interesaba más la producción. Yo estuve haciendo especiales de Navidad y Año Nuevo, no estaba en mi casa en esas fechas; y me pasó que a los 17 o 18 hacíamos un programa y la locutora se peleó con el dueño de la radio y alguien tenía que hacer ese trabajo.
Era su último año de la secundaria y decidió tomar las riendas de ese programa que le quedaban sólo cuatro meses de duración. Pero desde que se puso frente al micrófono empezó a hablar y a su vez a operar. Hoy por hoy el Oso locuopera de día y a la tarde sólo está en la conducción y confiesa que sus programas difieren aunque pasen la misma música.
—¿Qué sucedió cuando terminaste esos cuatro meses?
—No lo pudimos dejar, íbamos a estudiar y volvíamos a hacerlo los fines de semana y así estuvimos cinco años. He vivido en Buenos Aires y me volvía para hacer el programa. Eso me convierte en el joven más escuchado por los jóvenes en Marcos Juárez y me llega la oferta de laburar en un boliche de ahí. Eso me ayuda a animar en la región y después también en Bariloche, fue todo un comienzo.
—¿Es fuerte sentirte un referente de esa juventud?
—Nunca me sentí un referente, la referencia la marca la gente y el día que crea que esté por arriba de la gente, estaré en problemas. Eso me ayudó siempre a mantener los pies sobre la tierra.
—¿Cómo fue tu experiencia trabajando en Buenos Aires?
—Fue pesada la cosa, yo trabajé a los 23 y no a los 33, porque no sé qué hubiese pasado. El porteño tiene una visión superadora, sobretodo con el del interior. Yo venía de Marcos Juárez y no de Rosario a Buenos Aires, me decían cordobés. Yo enganché en La Red porque fui corresponsal de ellos en Rosario, fue muy cómico porque me llamaron porque había quedado en un casting. Yo nunca hice un casting, entonces me mandan a debutar cubriendo Godoy Cruz y Tiro Federal, cuando este último estaba en Nacional B. El mismo día del partido les dije que no había hecho el casting, y ellos se confundieron. La suerte me acompañó porque fue un cero a cero y fueron tres salidas al aire, de ahí en más me quedé con ellos. Empecé a trabajar allá y no me gustó, tenía un jefe que me rompía mucho y estaba todo el tiempo encima mío. Fue un momento difícil de mi familia en Marcos Juárez y el tipo quería que yo esté 100% en Buenos Aires; me cayó muy mal eso y me volví a trabajar a Leones, un pueblo cerca a mi ciudad natal.
—¿Y tu llegada a Rosario?
—Yo estudié periodismo en Rosario y fui a visitar a unos amigos y me crucé con el coordinador de radio Boing y de Radiofónica. Me preguntó si seguía trabajando y me comentó que estaban armando la radio Boing y eso fue en 2008. Le mandé el demo y empezamos a trabajar.
—¿Qué fue lo que más te cautivó de la ciudad?
—Los que venimos de Córdoba siempre vemos que Rosario queda más cerca y me sorprendió para bien. Generé muchos vínculos y me siento apreciado por la ciudad, es mi lugar.
—¿Después de tu paso por la Boing decidiste que era hora de seguir adelante?
—Empecé a ver un proyecto personal y sentí que lo mío no era una cuestión de plata o de rol, sino encarar las cosas desde otro lugar. Fueron muchos años y horas al aire e hizo que pueda conocer a la audiencia, y empecé a ver los nuevos usos y costumbres de la comunicación.
—¿Cuáles fueron esos usos y costumbres que notaste?
—Imaginate que son siete horas al aire por día que estás con la audiencia y notás la evolución de la misma. Ves desde cómo y qué te escribe, hasta ver la foto que tiene en el Whatsapp, o en qué concurso participa más o menos. Soy muy de la observación y considero que hay gente que escucha y otras que no. Entendí que había que crear una nueva marca y no una radio. Nosotros tomamos la determinación de hacer «Comunidad Fan» netamente como una marca de entretenimientos. Después incorporamos a Pablo Feldman para que haga su columna de política, y entendemos que desde ese lugar también la política es un entretenimiento. Creando esta marca entendimos que había que ir más allá de una radio, que esos contenidos se tengan que subir a una plataforma y lo escuchan cuando quieran y cuando puedan.