Hoy se conmemora un nuevo aniversario del Día de la Independencia. Ese día el país proclamó su independencia política de la monarquía española
Por Andrea Astisuain
Este 9 de julio se conmemora un nuevo aniversario del Día de la Independencia. Esta fecha rememora la firma de la Declaración de Independencia de la Argentina, en la casa de Francisca Bazán de Laguna, actualmente Casa de Tucumán, por la cual el país proclamó su independencia política de la monarquía española. Con La Gente dialogó con la historiadora rosarina Marcela Ternavasio, quien explicó algunos de los sucesos más importantes que giran alrededor de esta fecha patria.
Retrocediendo un poco, seis años atrás de la declaración de la Independencia, tuvo lugar la Revolución de Mayo. Si bien la independencia tiene una conexión real con lo sucedido en 1810, no era la primera y única opción. «Los relatos patrióticos nos han acostumbrado a interpretar esos seis años colocando a la independencia no como un punto de llegada, sino como algo que estaba inscrito en la naturaleza misma del punto de partida, es decir, de la Revolución de 1810 que es vista como una revolución de independencia», explicó Ternavasio.
«La revolución de 1810, que se hace en nombre de la tutela y el depósito de la soberanía del monarca cautivo en manos de Napoleón, abre muchísimas alternativas, dentro de las cuales la alternativa de que la revolución tome un rumbo hacia la independencia era muy minoritaria que no tenía una correlación de fuerzas para imponerse. La independencia era una alternativa más entre otras que sostenían los distintos grupos bajo los cuales estaban divididas las élites dirigentes y será recién, y paradójicamente, en el momento mas sombrío de la revolución cuando finalmente se llega a esa independencia».
El contexto internacional de esos años explica a la independencia como la única salida posible. «El rey que se había repuesto en el trono y que empieza a enviar expediciones militares para reprimir todo foco sin ninguna negociación de las revoluciones en marcha deja solo dos alternativas: o la sumisión a la condición colonial previa a 1810 o continuar con una guerra que ya no tenía sentido no hacerla en nombre de un nuevo Estado-Nación en el concierto de Nación».
Ternavasio destacó que la declaración de la independencia fue durante el momento más sombrío de la revolución a escala hispanoamericana. «Si uno mira el mapa de situación de esos años que transcurren entre la restauración monárquica, después de la caída del imperio napoleónico en 1814 y mitad de 1816, los focos rebeldes y revolucionarios que se habían ido escalonando a lo largo desde Nueva España hasta el Sur estaban prácticamente todos sofocados por fuerzas realistas, tanto las insurgencias en México, como el área bolivariana de Venezuela y la Nueva Granada, en Chile había caído la Patria Vieja, Perú era el bastión leal de donde se enviaban los ejércitos al Alto Perú que estaba totalmente perdido», comentó.
Ante esto, «el foco rioplatense es el único que queda en pie y, además, queda en pie en medio de una división tremenda entre el sector artiguista, confederacionista, que en ese momento dominaba la Banda Oriental y el gobierno con sede en Buenos Aires que decidió convocar a un Congreso a reunirse en Tucumán para definir el futuro rumbo de la revolución».
El gobierno optó reunirse en Tucumán después de la experiencia fallida de Asamblea Nacional General Constituyente de 1813, que había estado dominada por los sectores centralistas mas jacobinos y que finalmente no declaró la independencia que era su principal propósito. Por lo tanto, la decisión fue puramente estratégica. «Ese gobierno, que había sido considerado muy despótico por distintos pueblos y provincias del territorio, deciden elegir un lugar que no sea la capital para equilibrar los descontentos de esos territorios».
Sin embargo, esta elección conllevó diferentes consecuencias. «Esto va a complicar bastante la gobernabilidad desde Buenos Aires, que está a unos 1.200 kilómetros, porque significaba tener desdoblados los dos poderes que dominaban el orden político. Por un lado, un Congreso Constituyente y a su vez legislativo en Tucumán y, por otro, el Director Supremo a cargo del ejecutivo estaba en Buenos Aires».
A pesar de su conmemoración, se desconocía el impacto real de lo decidido por el Congreso Constituyente en la sociedad. «La declaración de independencia se celebró bajo los protocolos habituales en la ciudad de Tucumán, misas solemnes con su Tedeum, desfiles de tropas con honores, juramentos, bailes por la noche, en los cuales estuvieron diputados y principales autoridades y corporaciones invitados, pero lo cierto es que no había ninguna certeza de que la declaración de esa independencia fuese aceptada por los distintos pueblos a los cuales se suponen que estaba destinada«.
Unos 33 diputados firmaron y aclamaron la independencia que correspondía sólo a las Provincias Unidas de la América del Sud. «Una gran parte de las provincias no están representadas en el Congreso por diversos motivos. Las provincias del Alto Perú porque están en manos de los realistas, las provincias del Litoral y la provincia Oriental que habían conformado el bloque de los Pueblos Libres no envían diputados, la provincia de Paraguay ha seguido su camino autónomo. De manera que la franja territorial que está representada en el Congreso es bastante limitada».
Y después qué…
La Asamblea Constituyente se reunió por primera vez en Tucumán en marzo de 1816. Ternavasio comentó que durante esos meses, y los cuatros años siguientes, fueron años de largos debates sobre las formas de gobierno. «Había una alta conciencia de que no había consenso alguno sobre una forma de gobierno determinada. Por un lado, si esa forma era republicana o anárquica, por otro, si esa forma era centralista, federal o confederal».
«Las discusiones se prolongan, en un contexto, donde el espejo europeo era fundamental porque la definición de una forma de gobierno implicaba poder negociar diplomáticamente, entre las potencias europeas, el reconocimiento de este nuevo orden independiente. Sin el reconocimiento de estas potencias europeas, la independencia no valía nada. Ante una Europa legitimista, monárquica, conciliadora, la dirigencia que está a cargo del gobierno en estos años tiene clara conciencia que si no se define una forma de gobierno monárquica estábamos muy lejos de ser reconocidos. Pero, también son conscientes que definir una forma de gobierno monárquica iba a tener serias resistencias entre aquellos sectores movilizados y politizados para aceptar una forma que no fuera republicana».
Por otro lado, «una vez declarada la independencia se abre un nuevo frente de guerra frente al propio Río de la Plata, frente a la disidencia artiguistas, teniendo que tomar decisiones urgentes bélicas, en donde el papel donde figuraba la independencia podía pasar a ser solo un papel simbólico. Esa nueva condición jurídica había que defenderla más que nunca a través de las armas».
Es por esto, que la historia destaca que la firma del acta es, para el pueblo, ante que nada simbólica. «Después de la declaración, la población va a estar sometida, más que nunca, a las levas en masa para los ejércitos que tienen que defender esa independencia en una guerra reglada bajo el derecho internacional de la guerra. No cambia demasiado la situación de estas sociedades que ya estaban en guerra desde hace seis años y el impacto que va a tener a nivel internacional es prácticamente nulo».
«Es simbólico para las poblaciones en guerra, pero para la dirigencia no es nada simbólica. El cambio del orden jurídico, declarando la independencia, implicaba una guerra con un enemigo declarado que, hasta ese momento, nos declaraban rebeldes insurgentes. La declaración es la fecha clave que nos coloca internacionalmente en el concierto de potencia. El gesto de declarar independencia es un gesto jurídico de una importancia brutal«, concluyó.