Las poblaciones del mundo entero consumen alimentos más ricos en energía que contienen muchas grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal. Esta última es la fuente principal de sodio, cuyo consumo en demasía se asocia a la hipertensión y a un mayor riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
Al mismo tiempo, al modificar sus hábitos alimentarios por la rutina diaria, las personas consumen menos frutas, verduras y fibras (presentes en los cereales integrales), que son los elementos clave de una alimentación sana. Las frutas y verduras contienen potasio, que contribuye a hacer bajar la tensión arterial.
En la alimentación, la sal puede provenir de alimentos elaborados, ya sea porque son particularmente ricos en sal, o porque suelen consumirse en grandes cantidades. También se añade sal a los alimentos durante la cocción o bien en la mesa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dispuso una serie de recomendaciones para evitar un consumo alto de sal y sodio, y así evitar problemas en la salud:
- Para los adultos: consumir menos de 5 gramos (un poco menos que una cuchara de té) de sal por día (1).
- Para los niños: ajustar a la baja, para los niños de 2 a 15 años, la ingesta máxima recomendada para los adultos en función de las necesidades energéticas en relación con las de los adultos. Esta recomendación no comprende el periodo de lactancia natural exclusiva (de 0 a 6 meses), ni el de alimentación complementaria de la lactancia natural (de 6 a 24 meses).
- Toda la sal que se consume debe ser yodada, es decir «enriquecida» con yodo, lo cual es esencial para un desarrollo sano del cerebro del feto y del niño pequeño así como para optimizar las funciones mentales en general.
Cómo reducir la sal en la alimentación
La OMS recomienda que las políticas y estrategias públicas creen entornos que permitan a las poblaciones consumir cantidades suficientes de alimentos salubres y nutritivos que constituyan una dieta sana, pobre en sal. El mejoramiento de los hábitos alimentarios es una responsabilidad que incumbe tanto a la sociedad como al individuo. Exige un enfoque que abarque a toda la población, multisectorial y culturalmente pertinente.
En el hogar, se puede reducir el consumo de sal:
- No agregando sal durante la preparación de los alimentos;
- No poniendo saleros en la mesa;
- Limitando el consumo de tentempiés salados;
- Escogiendo productos hiposódicos.