Por Santiago Ceron y Matías Gregorio
Las pascuas de 1987 no fueron una más en la historia argentina. El alzamiento carapintada comandado por el entonces coronel Aldo Rico tuvo en vilo al país. En Rosario, 31 años después, Emeterio Pastor, ex presidente del Concejo Municipal, recordó aquellos días de vigilia en el Palacio Vasallo, donde el entonces gobernador José María Vernet había decidido trasladarse junto a su gabinete y seguir los acontecimientos desde la legislatura local.
«Todo comenzó cuando Aldo Rico, que estaba en Monte Caseros, en la provincia de Santa Fe, da una especie de estado de alerta. En esos días me llama el entonces gobernador de la provincia, José María Vernet, y me comenta que va a trasladar la gobernación a la ciudad de Rosario y el lugar de residencia iba a ser en el Concejo Municipal. Yo había sido electo como concejal y después elegido en la presidencia del Concejo y por lo tanto tenía la obligación de defender el estado ciudadano en Rosario. Nos pusimos a disposición y al día siguiente ya estaban acá», explica Emeterio Pastor.
En aquella Semana Santa de 1987, el Concejo Municipal no sólo fue el escenario elegido por el Gobierno provincial para resguardar el estado de derecho sino que también fue centro convocante de distintas organizaciones partidarias, estudiantiles, de derechos humanos y gremiales que apoyaron la lucha del por entonces presidente Raúl Alfonsín.
Con un país conmocionado, la democracia se había puesto nuevamente en vilo a poco tiempo del último golpe militar y así lo expresa Pastor: «Rosario era la sede de mayor importancia en Santa Fe y recibía el segundo cuerpo de ejército, una gran unidad de batalla que estaba cubriendo toda la Mesopotamia. Finalmente ese cuerpo se tuvo que trasladar a Capital Federal, cuando Aldo Rico se plantó en Plaza de Mayo. Por suerte no ocurrió ningún enfrentamiento, tal como dice el ex presidente en su discurso de pascuas».
El ex concejal rescata la figura de Alfonsín durante el alzamiento: «Rico, sabiendo que no tenía ninguna posibilidad, seguía exigiendo. Ante eso, Alfonsín, en esa mañana histórica, donde lo acompañó toda la fuerza política y el pueblo, se trasladó a Campo de Mayo con el riesgo de poder haber perdido la vida en ese hecho. Fue un acto heroico que permitió destrabar la situación».
«Que el tiempo no borre la memoria, esto lo tenemos que mantener latente. El pueblo sabe lo que costó pelear por la libertad y la democracia. Con sus defectos y virtudes la democracia es lo más noble e importante que puede tener un ciudadano, hay que defenderla. Se trata de poder decidir quién te gobierna y no que te lo imponga alguien», reflexiona Emeterio Pastor, un símbolo de la lucha por la democracia de nuestro país.