Opinión

La pobreza y la verdad de la milanesa


Por Carlos Duclos

Con bombos, silbatos y platillos el gobierno Mauricio Macri anunció hace unas horas atrás que la pobreza se redujo sensiblemente durante el año pasado: bajó al 27,5 por ciento, según el Indec. Casi 2 millones de personas dejaron de ser pobres en un año y 600 mil seres humanos ya no son indigentes.
Se produjo un nuevo “milagro argentino” y no es la primera vez que ello ocurre, porque históricamente los gobiernos en el país del cuento político y del marketing, gustan de anunciar logros apelando a una exitosa forma de mentir, implementada hace ya tiempo por un personaje alemán que mejor no mencionar y que elaboraba un logro que mostraba a la sociedad basándose en un engaño que contenía una pizca de verdad. Es el subterfugio en el marketing como forma de penetrar en la masa. Esta fórmula, dígase la verdad, es empleada por gobiernos de muchos países, incluso del primer mundo, y por el mundo comercial que quiere imponer un producto en el consumidor: es la verdad relativa presentada con vestido de verdad absoluta.

Lo cierto es que la baja de la pobreza anunciada será cierta o será incierta según el cristal con que se mire o según la fórmula que se utilice para determinarla. Si el Indec (profundamente cuestionado por quien esto escribe durante el gobierno anterior) sigue utilizando métodos de medición que llevan a distorsionar la realidad, por supuesto que cualquier presidente en un corto período de tiempo puede lograr la “pobreza cero”. Bastará con decir que “para no ser pobre una familia tipo necesita ganar 5.000 pesos”.
Y es lo que hace el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del gobierno, quien ha dicho que una familia tipo en febrero pasado para no ser pobre debió percibir 17 mil pesos ¿De veras se cree que con 17 mil pesos una pareja, no ya con dos hijos sino sin hijos no es pobre? ¿Empezamos a hacer cuentas para ver si dos pueden vivir dignamente con 17 mil pesos mensuales? Gastos de alquiler: 6.000 pesos; gastos de impuestos y servicios, 2.000 pesos, gastos de transporte para ir a trabajar (si hay trabajo), 5.000 pesos. En apenas tres rubros, considerando un gasto mínimo, se requieren 13 mil pesos. Es decir, para alimentación, vestido, cobertura de salud, educación, cultura e imprevistos deben alcanzar 4.000 pesos mensuales. Y por supuesto, el derecho al ocio, a comprar lo que el mercado y el sistema ofrece está vedado para esta gente ¿No es una grotesca falta de respeto decir que una pareja tipo no es pobre si gana 17.000 pesos? Ni siquiera una persona puede vivir dignamente con tal suma.
En el mes de marzo del año pasado el diario Perfil publicaba un informe de la Universidad Católica Argentina. En tal informe se aseguraba que la pobreza había aumentado en el país a 32,9 por ciento. Es decir, señoras y señores, en un año el gobierno argentino ha logrado lo que ninguna nación sobre la faz de la tierra pudo: reducir la pobreza en un cinco por ciento aproximadamente. China produjo el gran milagro económico conocido en los tiempos posmodernos del mundo. Este país potencia hoy, necesitó 40 años para reducir drásticamente la pobreza de un 80 por ciento a un 10 por ciento, apelando a una transformación absoluta política y económica. Argentina lo ha superado y a este paso, en 10 años será el “gigante americano y una potencia mundial. Por supuesto, es una ironía lo precedente, porque ello es imposible.

El gobierno argentino, siguiendo los dictados de honorabilidad, debió haber callado o ser prudente al realizar el anuncio sobre pobreza, máxime considerando que desde su fundación el Indec no ha sido jamás creíble. El diario económico El Cronista, en una noticia publicada hace poco por el periodista Guillermo Pereira, recordó que a finales del año 2.000 el Indec le encomendó a una consultora privada medir la credibilidad del organismo y los resultados fueron deplorables. Nadie le cree al Indec de ningún gobierno.
No ha mermado la pobreza en Argentina, esta es la realidad que contrasta con mediciones traídas de los pelos, y al tiempo que el Indec publicaba en su página esta merma de la que se sirvió Durán Barba para que el presidente pudiera decir algo, el ministro petrolero Aranguren anunció una suba en el costo del precio del gas de hasta 40 por ciento, la inflación fue del 2,5 por ciento en febrero y esto se vio reflejado hasta en los mismos diarios europeos leídos por inversores que al leer estas noticias se preguntan si es serio y conveniente invertir productivamente en Argentina
Es decir, el macrismo sigue con las mismas argucias propagandísticas de Carlos Menem, cuando decía que su gobierno era tan exitoso que pronto habría un cohete que llegaría en 10 minutos a Japón, o con el spot de Fernando de la Rúa: “qué lindo es dar buenas noticias”, (y huyó en helicóptero) o con la fenomenal macana de Aníbal Fernández, cuando dijo que aquí había menos pobres que en Alemania. Aquí lo que hay es marketing y barrios periféricos, y no tan periféricos, en donde sobre la pobreza se sabe la verdad de la milanesa.