Los presos muertos en cárceles de Brasil ascendieron este lunes a 57, con el hallazgo de al menos otros 42 en tres cárceles diferentes de Manaos, capital del estado de Amazonas, norte del país, tras la masacre registrada el domingo en otra prisión de esa ciudad que dejó 15 fallecidos, lo que revela aun más la crisis carcelaria que afecta varias regiones brasileñas.
La Secretaría de Administración Penitenciaria de Amazonas señaló en un comunicado que varios internos «aparecieron muertos por ahorcamiento» dentro de sus celdas en tres unidades penitenciarias de Manaos, informó la agencia de noticias EFE.
Las autoridades brasileñas precisaron que el hallazgo de los muertos se produjo durante una inspección de las fuerzas de seguridad en cárceles de Manaos, en las que además registraron que hay al menos cuatro presos heridos. Fue en el marco de una operación de las fuerzas de seguridad para fiscalizar el sistema penitenciario de Amazonas, un día después de la nueva masacre que ocurrió en el Complejo Anísio Jobim (Compaj), en la capital del estado norteño.
Según las autoridades brasileñas, una «pelea entre presos» de dos pabellones de esa unidad se saldó con la muerte de 15 internos de entre 21 y 42 años. La actuación del denominado Grupo de Intervención Penitenciaria evitó una tragedia mayor, al controlar la situación en poco menos de una hora, evitando más asesinatos y una fuga masiva de internos, agregaron las mismas fuentes.
Uma rebelião aconteceu neste domingo (26) no Complexo Penitenciário Anísio Jobim (Compaj), em #Manaus (AM). Segundo a Secretaria de Administração Penitenciária (Seap), o motim deixou mortos.
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— CBN Amazônia Manaus (@cbn_manaus) May 26, 2019
En función de este suceso, el gobierno de Amazonas inició hoy la fiscalización de su sistema penitenciario y aplicó una serie de restricciones temporales en todas las unidades de la región, como la suspensión de las visitas.
Además, informó que fue abierta una «nueva investigación» para apurar los últimos crímenes e identificar a los autores de los mismos.
En 2017, en el mismo Complejo Anísio Jobim, 56 presos murieron en una lucha entre facciones rivales, las cuales mostraron el gran poder que tienen en el interior de las cárceles del país y evidenciaron la inseguridad, el hacinamiento y las malas condiciones de las prisiones brasileñas.
Inmediatamente después de ocurrida la tragedia en el Compaj en 2017, otra masacre se produjo en el también estado norteño de Roraima, cobrando la vida de otros 33 reclusos.
Las rebeliones son frecuentes en el sistema penitenciario de Brasil, considerado por organizaciones internacionales como uno de los «peores» y «más inhumanos». Brasil suma la tercera mayor población carcelaria del mundo con 726.712 presos en 2016, lo que supone cerca del doble de la capacidad del sistema penitenciario.