Por José Odisio
Newell’s necesita dinero. Encarar un mercado de pases tan importante sin billetera puede ser fatal. Y si bien el fideicomiso puede ser una ayuda, vender un jugador es casi obligatorio. Y en ese contexto aparecieron tres situaciones con perspectivas de ingresos, aunque cada una genera sensaciones distintas en el hincha.
La posibilidad de venderle a la Juventus a Enzo Barrenechea abrió otra vez el debate de la salida de juveniles sin que el hincha los pueda disfrutar. El volante aún no cumplió 18 años, apenas junta una decena de partidos en reserva, y la Juve pondría 2,5 millones de euros por un porcentaje alto de su pase. Como negocio parece interesante; deportivamente provoca algo de bronca. «Si Juventus lo lleva debe ser un crack», se escucha en hinchas que ni siquiera lo vieron jugar. Tal vez pueda ser un gran jugador en el futuro, como también es cierto que para el club turinés esa plata es un vuelto. Incluso lo compran para que juegue en sus divisiones menores, primavera las llaman en Italia. Hace poco pasó con otro pibe, Nico Castro. Roma amagó y al final no se fue. En ese momento se pedía que no se vaya, pero pasó más de un año y Castro (aún es joven) no jugó un minuto en primera.
Vender por necesidad a veces sale mal. Sucedió con Lisandro Martínez. En el Parque no tenía lugar (ni Osella ni Llop lo ponían) y Defensa le dio la chance. La rompió y ahora el Halcón pondrá 1,5 millón dólares para comprar el 50 por ciento que le falta. No es mala plata para un defensor «bajito». Pero parece que Ajax pagaría 7 millones. Y ahí el negocio pasa a ser malo para Newell’s.
Ezequiel Ponce es otro ejemplo sobre el tema. En su momento pintaba para ser un nueve para lucirse a lo grande en Europa. Newell’s lo vendió en 5 millones de euros a la Roma y se quedó con el 40 por ciento del pase. Hubo críticas a esa salida porque el pibe con 17 años pintaba para romperla y ya tenía 20 partidos en primera. Pero no la rompió como muchos creían. Deambuló a préstamo por varios países sin éxito. Y ahora metió algunos goles y AEK Atenas parece querer comprarlo. No vale 30 millones como muchos suponían. Roma se conforma con recuperar la inversión. Y la Lepra podría recibir 2 o 3 millones extras que le vienen de maravillas.
Vender juveniles siempre es un riesgo. Valorizarlos no es sencillo. Y cuando uno anda con la billetera vacía, le cuesta más rechazar dinero. Puede salir bien o puede fallar. Y el hincha está en su derecho a enojarse. Aunque si ese dinero sirve para reforzarse como se debe, la bronca pasará rápido.