Por Julián Pessio (*) y Clara Rodríguez (**)
Vincent Van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 y fue un pintor posimpresionista que se cree vendió una sola pintura en toda su vida. Sin embargo, el brillo descomunal de sus obras perdura en la actualidad y es reconocido por millones de personas, sobre todo quienes tienen la dicha de apreciarlas directamente en el museo que lleva su nombre.
Emplazado en Holanda, aloja una colección de 200 lienzos, 500 dibujos y 750 documentos escritos del artista. La vida de Van Gogh fue apasionante y tormentosa, condicionada por lo que se consideran intensas fluctuaciones anímicas, crisis nerviosas y agitaciones, y siempre estuvo enmarcada en una estrecha relación con su hermano Theo. Se instaló consecutivamente en varios lugares y en todos, inundado por sus percepciones, supo dejar su huella.
Es esta combinación de factores la que permite clasificar su recorrido artístico en varias etapas. Iniciando con un período «oscuro», en donde retrata el sufrimiento de mineros, sus esfuerzos físicos y sus condiciones de vida como en
Los comedores de patatas (1885). Luego pasó por París y también Arles donde su pintura parece sufrir un cambio perceptual, apareciendo las tonalidades claras, los colores puros y las pequeñas pinceladas, en Arlés produjo entre varios lienzos sus famosos Girasoles. Hasta que, sumido en una crisis, termina abruptamente su breve convivencia con el artísta Gauguin y en lo sucesivo se cortará una oreja. Su padecimiento para ese entonces había empeorado progresivamente y lo condujo a ingresar en dos hospitales.
La condición que afectaba a Van Gogh no está clara y muchos que la estudian creen, retrospectivamente, que se trata de un trastorno bipolar. Es por esto que la Sociedad Internacional de Trastorno Bipolar (ISBD, su sigla en inglés) instauró la fecha de su nacimiento como el día mundial de este desorden.
¿Pero de qué se trata esta patología? El trastorno bipolar afecta alrededor del 3,5 % de la población y puede empezar a cualquier edad pero en general lo hace entre los 15 y 30 años. Con una causa aparentemente multifactorial determinada por una compleja interacción entre predisposición genética y la interacción de estos genes con el ambiente.
El desorden se caracteriza por cambios del estado de ánimo persistentes (gran parte del día) y duraderos (días, semanas o meses) que se acentúan a tal punto que producen repercusiones negativas y alternaciones en el nivel de funcionamiento.
Fluctuando entre episodios depresivos caracterizados por tristeza, irritabilidad, desesperanza, ideación de culpa y desgano, alteraciones del sueño y el apetito, problemas de atención, concentración y memoria y episodios maníacos o hipomaníacos en los que la marca distintiva (con diferente intensidad) son la exaltación, la irritabilidad aumento considerable del nivel de energía, distractibilidad, pensamiento y lenguaje acelerados, disminución de la necesidad de sueño y actos impulsivos como gastos desmedidos.
El diagnóstico del trastorno bipolar no es sencillo, debe de realizarse por expertos en el tema y con minuciosas entrevistas clínicas con el paciente y también con sus familiares ya que no contamos todavía con estudios complementarios de laboratorio y/o imágenes que puedan confirmarlo.
El objetivo principal del tratamiento es la recuperación funcional. Para ello se requieren fármacos estabilizadores del ánimo, tratamiento psicoterapéutico y, de ser necesario, rehabilitación cognitiva.
(*) Psiquiatra. Coordinador de la Clínica de tratamiento de pacientes con Trastorno Bipolar del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
(**) Médica especialista en psiquiatría. Integrante del Programa de Reactivación Funcional para pacientes con Trastorno Bipolar del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).