Los mitos que circulan sobre los supuestos peligros de la vacunación, aún cuando «existe un gran cuerpo de conocimiento científico validado de que las vacunas son muy efectivas y seguras», nos pueden llevar a una situación donde la decisión de algunas personas de no vacunarse haga que retornen ciertas enfermedades y nuestra salud entre en riesgo, advirtió hoy una especialista en un congreso de vacunología.
«Desde que las vacunas se están aplicando masivamente en todos los países vemos una disminución de la enfermedad, y se trata de enfermedades que tal vez hoy no parecen tan amenazantes porque casi no están», explicó a Télam Guadalupe Nogués, doctora en Ciencias Biológicas, docente y autora del libro «Pensar con otros».
Pero la pregunta es «¿por qué esas enfermedades casi no están?. Y la respuesta es porque las vacunas funcionan», completó la especialista.
«Si dejamos de vacunarnos las enfermedades enseguida vuelven», alertó Nogués, quien hoy brindó una charla sobre «mitos y noticias falsas (fake news) de la vacunación» durante el congreso «El desafío de comunicar en vacunas», organizado por la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
La especialista dialogó con Télam respecto de que existen «algunos grupos de personas que rechazan las vacunas o tienen algunas dudas, y eso hace que no se vacunen aún pudiendo hacerlo».
Pero alertó que ese hecho puede llevar «a que las coberturas de vacunación a nivel social desciendan a niveles que nos pongan un poco a todos en peligro, un fenómeno que se está observando en Estados Unidos y en Europa, que hoy sufren brotes de sarampión provocados por grupos de personas que no estaban vacunadas».
«Entonces, comunicar el valor de la vacunación empieza a ser un tema de salud pública que tenemos que atender y cuidar un poco entre todos», destacó.
La especialista recordó que «hay un gran cuerpo de conocimiento científico validado y un enorme consenso de que las vacunas son muy efectivas y muy seguras», pero sostuvo que -sin embargo- «circulan muchos mitos o confusiones que hacen que para algunas personas, con algunas particularidades o intereses, los haga dudar».
En el caso de Argentina, Nogués indicó que el problema no tiene que ver con «la falta de acceso a las vacunas», dado que «hay un plan de vacunación gratuito y obligatorio que es un derecho que tenemos todos los ciudadanos y nos protege muy bien».
Agregó que los problemas locales tienen más que ver con «algunos grupos de personas que están rechazando la vacunación y se sienten amenazados por ella».
Para citar un caso, indicó que puede pasar que padres reciban una información aislada sobre la vacunación, que les llegó por un grupo de Facebook o WhatsApp, y que tal vez «no tienen el tiempo o energía para chequear la información».
«Ante esa confusión, que es súper angustiante, el primer consejo que damos es que el consenso científico es claro y dice que las vacunas funcionan», enfatizó la especialista.
«Entonces, la pregunta es: ¿cómo hacemos para llegar a estas personas y tratar, dentro de lo posible, de que no sufran tanto y puedan aceptar las vacunas y vacunar a los chicos, y que -de esa manera- como sociedad estemos mejor protegidos?», destacó la especialista.
Explicó que «con un porcentaje no demasiado alto de personas que pudiendo vacunarse no lo hacen por decisión propia ponemos en riesgo a todos, porque enfermedades como el sarampión, por ejemplo, se propagan de persona a persona», explicó.
Nogués puntualizó que «lo que en este momento está impidiendo que no se transforme en un brote que lleguen casos con sarampión del exterior a Argentina es que todo el resto de la población todavía está bastante bien vacunada, pero si uno de estos casos ingresa en algunas comunidades locales que masivamente rechazan la vacunación y tienen coberturas muy bajas, vamos a tener un brote».
«El peligro no parece alto ahora, pero este es el momento de actuar y de que cualquier persona que tenga alguna duda sobre la vacunación trate de buscar médicos especialistas y acuda a fuentes confiables como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o las sociedades científicas locales como la SAVE, la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) o la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)», concluyó Nogués.