Por Leonardo Coscia
Alteraciones durante la lectura de frases simples y de alta predictibilidad, relacionadas con la memoria a corto plazo, son indicadores de enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer.
Mediante equipos que permiten el registro de los movimientos oculares «podemos dar un mejor diagnóstico lo antes posible», afirmó Osvaldo Agamennoni, investigador en la Comisión de Investigaciones Científicas, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de Buenos Aires.
Las alteraciones durante la lectura de frases sencillas podrían suponer un indicador temprano del alzheimer.
Con los equipos «Eye Tracker» los investigadores registran con exactitud en una computadora dónde está fijando la vista un paciente cuando lee un texto en la pantalla.
«A partir de estos equipos es posible generar estímulos de lectura; nosotros generamos unas 180 frases de oraciones simples que caben en un solo renglón en la pantalla», indicó Agamennoni.
El científico agregó que trabajan con «frases que son informativas, generales, otras que son refranes de uso común y otras frases de alta predictibilidad que no son refranes pero que aparecen en nuestro colectivo como ´el fumar es perjudicial para la salud´».
A partir de este registro, los investigadores observan cómo trabaja el cerebro y va haciendo sentido de la frase a medida que el paciente va leyendo.
«Cuando uno empieza a leer detiene la vista 200 milisegundos en un punto, levantamos la información, saltamos, en un movimiento que se llama sacádico, a otro punto, seguimos levantando información y cada uno de esos pedazos de información que vamos levantando lo guardamos en el cerebro en un lugar que se llama la memoria del trabajo. A medida que vamos avanzando, que vamos haciendo sentido de la frase, el cerebro que tiene la memoria de trabajo funcionando adecuadamente lee de manera mucho más facilitada, hace movimientos más largos, en cambio, una persona que tiene algún problema en la memoria de trabajo, no avanza tan bien o refija, va para atrás», indicó Agamenonni.
En ese sentido, el especialista dijo que, «casualmente, la memoria de trabajo, una memoria a muy corto plazo, es la que usamos durante la lectura y es lo primero que se afecta en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer».
Hay afecciones neurodegenerativas que resaltan y se nota en esa falta de predicción que tiene la persona cuando lee.
Sin embargo el investigador aclaró que la técnica «es sólo un alerta» y agregó que «nosotros tratamos de generar una técnica que nos permita de alguna manera dar un mejor diagnóstico lo antes posible».
Cómo funciona el estudio Eye Tracker.
Durante quince minutos, el paciente lee alrededor de 180 oraciones en silencio mientras una cámara, que graba a 1000 cuadros por segundo, espía la posición que van adoptando sus ojos respecto del texto.
Esas posiciones se registran y procesan dando por resultado un índice de desempeño cognitivo.
Los datos obtenidos se comparan con los parámetros del grupo control al que pertenece la persona, conforme a su edad y nivel educativo.
De esa manera, permite determinar la presencia de un deterioro cognitivo compatible con el mal de Alzheimer y, a su vez, discriminar otras patologías que afectan diversas capacidades neurocognitivas como la depresión, la esquizofrenia y la bipolaridad.
El proyecto partió de que, cuando una persona comienza a leer, los ojos hacen pequeños y veloces saltos de una palabra a la otra, llamados movimientos sacádicos.
Estos permiten fijar las palabras que, dependiendo de cuan conocidas, largas y predecibles resulten, afectarán el tiempo que el paciente se dedique a observarlas.
En ese proceso, la memoria juega un rol importante ya que, si una palabra o el comienzo de una frase suena familiar, el cerebro la completa y los ojos saltean esa parte del texto, haciendo una suerte de predicción.
Si la memoria falla, el circuito de lectura es más detenido y contemplativo de su contenido, aspecto que pasa desapercibido en la lectura oral.
«Lo que uno busca son patrones de comportamiento en función de parámetros como la duración de la mirada, el largo sacádico o la presencia de regresiones en el texto», explicó Agamennoni.
Bajo esta lógica, el ingeniero sostuvo que la diferencia entre las personas sanas y las que padecen Alzheimer radica en cómo hacen los movimientos sacádicos y cuántas veces retroceden para comprender las oraciones.
Por ese motivo, aseguró que el Eye Tracker «es una herramienta objetiva que ayuda a discriminar o corroborar una patología», que puede complementar los distintos estudios médicos existentes para diagnosticar esta enfermedad neurodegenerativa.
El proyecto surgió en 2006 y está integrado por los doctores Gerardo Fernández y Pablo Mandolesi, del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Eléctrica (IIE CONICET), Liliana Castro del Departamento de Matemática de la Universidad Nacional del Sur (UNS), Luis Politi y Nora Rotstein del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB CONICET) y David Orozco de la Clínica Privada Bahiense.
Además, cuenta con la colaboración de la Universidad de Potsdam (Alemania), Oscar Colombo del Hospital Municipal de Agudos Leónidas Lucero, Facundo Manes de la Universidad Favaloro y Salvador Guinjoan del Instituto Fleni. .