La nueva estructura impositiva sobre los combustibles líquidos entró hoy en vigencia con la aplicación de un tributo fijo de actualización trimestral, atado a la evolución de la inflación, y suma un gravamen vinculado a las emisiones de dióxido de carbono, el primero en su tipo vigente en la región.
La nueva estructura fiscal forma parte de la amplia reforma tributaria que el Congreso nacional aprobó en los últimos días de diciembre, y que en el caso de los combustibles busca simplificar los tributos y al mismo tiempo desvincularlos de las variaciones de precio, en un intento para morigerar posibles escaladas de precios.
De acuerdo con los empresarios estacioneros nucleados en la Confederación de Entidades de Comercialización de Hidrocarburos y Afines (Cecha) el impacto de la nueva estructura debería ser neutro, tal como había prometido el Ministerio de Energía al presentar el proyecto.
De acuerdo con las cifras de Cecha, por la reforma impositiva contemplada en la Ley 27.430 se aplicará por litro de nafta un valor fijo de 6,726 pesos por el nuevo impuesto interno a los combustibles, y otros 0,412 pesos por el gravamen vinculado a las emisiones de dióxido de carbono, es decir un total de 7,138 pesos.
En tanto, por cada litro de gasoil, los gravámenes fijos que comenzaron a aplicarse son de 4,148 y 0,473 pesos, totalizando 4,621 pesos.
Como las naftas tienen un componente de 12% de etanol y el gasoil un 10% de biocombustible, productos que están libres de tributo, los nuevos gravámenes impositivos se aplican sobre el 88% y 90% restante, con lo cual los montos de impuesto bajan a 6,281 y 4,159 pesos respectivamente.
En la comparación con el cuadro impositivo vigente hasta ayer, la carga sobre el precio del litro de nafta premium se reduce 0,6649 pesos, para la nafta súper sube un 0,1876 pesos, par el gasoil baja en 0,0288 pesos y el gasoil premium también disminuye 0,6644 pesos, lo que justifica la afirmación de los estacioneros sobre el impacto neutro del esquema.
A pesar de este impacto contenido, desde las empresas petroleras afirman que más allá del aspecto tributario hay otras razones que analizar para un eventual ajuste de precios en los surtidores en un futuro no muy lejano.
Es que la liberación del mercado de combustibles vigente desde el 1 de octubre puso en manos de las petroleras el manejo de los precios de acuerdo a sus costos, los cuales están dominados por los componentes del tipo de cambio, del precio del crudo internacional (Brent) y la evolución de la inflación, mientras que los biocombustibles son productos de valores reguilados por el Gobierno.
En consecuencia, el alza del dólar de las últimas semanas que llevó el tipo de cambio a 20,50 pesos por divisa y el incremento del Brent en torno a los 65 dólares, generaron un nuevo movimiento de costos tras los dos aumentos de precios dispuesto en las estaciones de servicio desde comienzos de año.