Esta patología, denominada hígado graso no alcohólico, que hasta hace poco tiempo era exclusiva de los adultos ahora la padecen muchos niños y está relacionada con el consumo de azúcar agregada.
Una de las causas es el aumento de la obesidad infantil, lo que ha provocado una enfermedad hepática a nivel pediátrico.
Si bien no hay un tratamiento establecido en el caso de niños, si se ha comprobado mediante una investigación publicada en JAMA, que el cambio de alimentación mejora la condición del hígado graso.
El estudio fue realizado por científicos de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.) y comprobaron que una dieta baja en azúcares libres, como la fructosa que se concentra en los jugos de fruta, además de los agregados comúnmente a los alimentos y bebidas industriales, dio como resultado una mejora significativa de la enfermedad de hígado graso.
Se estudiaron a 40 niños de entre 11 y 16 años que presentaban la patología, quienes fueron divididos en dos grupos: uno cuyo consumo de azúcares libres fue restringido al 3% de sus calorías totales diarias, y otro que mantuvo su dieta. El primer grupo presentó una reducción de la enfermedad de hasta un 25% dos meses después de iniciada la intervención.
Jeffrey Schwimmer, autor principal del estudio, profesor de Pediatría y director de la unidad de hígado graso en el Rady Children´s Hospital, declaró a los medios: «Creemos que al limitar el azúcar disminuye la producción de grasa en el hígado, permitiendo que este procese mejor la que ya está presente y le da la oportunidad de reducir la inflamación y el daño celular». Agregó más adelante que es muy importante atender a la población infantil que «tiende a tener muchos azúcares añadidos en su dieta diaria, aunque este no es un nutriente requerido».