El número de migrantes que murieron intentando cruzar el mar Mediterráneo bajó 28% en 2018 en comparación con el año anterior, situándose en 2.262, y 113.482 lograron llegar a Europa por mar, principalmente a España, según ACNUR, que llamó a los países europeos a poner en pie un «mecanismo regional de desembarque».
En 2017, 3.139 migrantes murieron o fueron dados por desaparecidos en el mar Mediterráneo y 172.301 lograron llegar a Europa, según cifras publicadas por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en su página web.
Si se añaden los cerca de 7.000 migrantes registrados en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, que están en territorio africano, se obtiene un total de 120.205 personas llegadas a Europa en 2018.
El nivel de llegadas ha caído drásticamente respecto al auge en 2015, cuando más de un millón de migrantes alcanzaron las costas europeas. Pero la baja en el número de muertos es menos fuerte. En el peor año de la crisis migratoria, 3.800 migrantes habían perecido en aguas del Mediterráneo.
«El Mediterráneo es desde hace unos años la vía marítima más mortífera del mundo para los refugiados y migrantes, con una tasa de mortalidad que ha aumentado fuertemente», dijo a la AFP la portavoz de ACNUR en Francia, Céline Schmitt.
«En 2019 es esencial salir del punto muerto actual», añadió, pidiendo un «mecanismo regional de desembarque».
– España, principal puerta de entrada
España se convirtió el año pasado en la principal puerta de entrada a Europa, con 55.756 llegadas por mar (frente a 22.103 en 2017), remplazando a Italia.
Este país, en donde el gobierno anti-inmigración cerró sus puertos a los barcos humanitarios desde el último verano (boreal), registró 23.371 llegadas el año pasado, una importante caída en comparación con 2017 (119.369). Grecia, que era también uno de los principales países de entrada al Viejo Continente, contabiliza 32.497 arribos en 2018.
Los migrantes vienen principalmente de Guinea (13.068 personas), Marruecos (12.745) y Malí (10.347). Siria ocupa la cuarta posición, seguida de Afganistán e Irak.
La acogida de migrantes rescatados en el mar provocó una crisis diplomática europea el año pasado, después de que Italia cerrara sus puertos y varios navíos tuvieran que errar por el mar en busca de un puerto que los acogiera.
Cada caso se resolvió gracias a acuerdos puntuales entre países europeos que se repartieron a los migrantes rescatados por los barcos humanitarios. España y Malta abrieron entonces sus puertos para que estas personas pudieran desembarcar.
«En 2019, es esencial que se ponga fin al enfoque actual barco por barco», estimó el domingo ACNUR, que exhortó a los Estados a «poner en marcha un mecanismo regional que dé a los capitanes de los barcos directivas claras y previsibles sobre el lugar donde pueden desembarcar a los refugiados y migrantes socorridos en el Mediterráneo».
Las autoridades de La Valeta autorizaron el miércoles a entrar en aguas maltesas a dos barcos de oenegés alemanas con 49 migrantes rescatados en el mar Mediterráneo, debido al deterioro de las condiciones a bordo.
Holanda dijo estar dispuesta a acoger a una parte de los migrantes rescatados, «a condición que otros países europeos hagan lo mismo».
Pero los barcos humanitarios de rescate, que denuncian trabas a su labor, son cada vez menos numerosos. A inicios de diciembre, las oenegés Médicos sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterráneo tuvieron que poner un fin a los operativos del barco «Aquarius».
Una amplia zona frente a las costas libias, de donde a menudo parten los migrantes, está ahora bajo la responsabilidad de los guardacostas de ese país, cuyo nivel de formación y equipos son a menudo criticados por oenegés.