Por Horacio García (*)
En la actualidad todos coinciden que la migración está en la agenda global. A menudo, vemos que está presente en los medios periodísticos a la par de que aumenta la cantidad de personas que opinan, a menudo sin cabal conocimiento, sobre sus distintos efectos.
Al respecto, debemos tener en cuenta la situación de los casi 260 millones de migrantes que hay en el mundo, como certifica Naciones Unidas, (el organismo internacional que instituyó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante), para llamar la atención de los Estados y resguardar el respeto por los derechos humanos de quienes buscan nuevas oportunidades para ellos y sus familias.
También se verifican corrientes de pensamiento que señalan visiones negativas sobre el impacto que genera en los comportamientos sociales y en la economía de los países receptores de esos flujos. Como sabemos, en la Argentina nuestra composición social, económica y cultural está marcada por los hombres y mujeres que no nacieron en nuestro país.
Al respecto, Rogelio Frigerio señala: «Tenemos un país que se hizo grande con la inmigración y en nuestra Constitución está claramente estipulado que tenemos que ser abiertos a todos aquellos inmigrantes que quieran venir a vivir, a trabajar y a producir y ser estrictos para evitar el ingreso de quienes creen que este es un país apto para delinquir».
Por esto, el gobierno nacional, el Ministerio del Interior y la Dirección Nacional de Migraciones trabajan mancomunadamente en la elaboración de políticas públicas consensuadas internacionalmente para una migración segura, ordenada y regular. Es en este contexto que en el último trienio se otorgaron casi 600.000 residencias a extranjeros.
En tal sentido, para nuestra gestión ha sido fundamental la complementación con organismos globales como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) o el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y con áreas clave del Estado argentino vinculadas con derechos humanos, justicia, trabajo, educación y salud.
Desde luego, para nosotros es fundamental el papel de los funcionarios que trabajan en nuestro organismo desde hace mucho tiempo. Para ellos tenemos un reconocimiento especial, en honor a su compromiso y dedicación.
Juntos trabajamos con el propósito de tener una Argentina más hospitalaria, solidaria y atenta a los intereses nacionales. Estamos convencidos que es posible construir un círculo virtuoso donde confluyan el bienestar de los inmigrantes y las necesidades de desarrollo de todo el territorio.
Ésta es la razón por la cual avanzamos con el programa de orientación de los flujos migratorios hacia los lugares del país que demandan mano de obra genuina. El plan recién da sus primeros pasos y ya hay frutos.
Debemos aprender del pasado, es una oportunidad. A comienzos del siglo XX se direccionaron los flujos migratorios sin contar con la tecnología de estos tiempos. Entonces, ¿cómo no vamos a poder hacerlo? Tenemos voluntad política, herramientas informáticas, especialistas, delegados en todo el país y en claro que los migrantes representan una pieza fundamental para el desarrollo y el despegue de la Nación.
(*) Director Nacional de Migraciones, que depende del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda