Bautizado «la sombra» por su arte de esquivar, el cubano Julio César La Cruz entrena para llegar a Tokio-2020. Pero su esfuerzo será en vano si el COI cumple su amenaza de excluir de los Juegos Olímpicos al boxeo, deporte que tiene a Cuba como su primera potencia mundial.
El deporte de los puños es «el que más medallas le ha aportado al medallero olímpico cubano», explica La Cruz, campeón en Rio-2016 y cuatro veces monarca mundial, mientras se pone los guantes para subir al ring de una competencia nacional, en la que defiende los colores de su provincia, Camagüey.
«Sería un golpe muy fuerte para la delegación cubana que no pueda contar con los títulos del boxeo», añade el número uno mundial de los semipesados, de 29 años y dentadura dorada.
Imbatible por años sobre el cuadrilátero, la isla archiva 37 títulos olímpicos y 73 mundiales, pese a la ola de fugas que castiga a su boxeo desde hace más de una década. La más reciente fue la del bicampeón olímpico Robeisy Ramírez, que abandonó en julio una base de entrenamiento en México.
Esta vez la amenaza viene del propio Comité Olímpico Internacional (COI), que perdió la paciencia después del escándalo de los Juegos de Rio, donde los 36 oficiales y árbitros del boxeo fueron suspendidos, mientras que rumores sobre combates amañados llevaron a investigaciones.
El COI pidió cuentas a la Federación Internacional de Boxeo (AIBA) y se reunirá a finales de noviembre para decidir si excluye o no al boxeo de los juegos de Tokio.
Alberto Puig preside hace nueve años la Federación Cubana de Boxeo y es optimista al abordar el asunto: «no tenemos la menor duda de que realmente el boxeo va a estar presente en los Juegos Olímpicos» de 2020, declara a la AFP.
Puig participó a inicios de este mes en un congreso de la AIBA en Rusia, donde defendió al uzbeco Gafur Rakhimov, elegido entonces presidente de esa organización.
«Como un baile»
Hombre de negocios de 67 años, Rakhimov es acusado por el Departamento del Tesoro estadounidense de ser «un gran criminal» en su país, lo que llevó al COI a congelar sus relaciones con la AIBA cuando fue nombrado presidente interino en enero.
En la Federación, hay «problemas históricos que existían tanto en la gobernación como en los temas financieros», porque «la AIBA tenía más de 39 millones de dólares de deuda, estaba totalmente en bancarrota y eso se ha ido arreglando precisamente por la gestión de Gafur y del resto del equipo que trabajamos en el Comité Ejecutivo», explica Puig.
Respecto a Tokio-2020, Puig guarda con celo sus pronósticos.
«Son un poco secretos», dice, pero revela que el objetivo es «mejorar la cantidad de medallas de Rio», donde Cuba alcanzó tres de oro y tres de bronce.
A los miembros del equipo nacional que se muestran preocupados, su primer entrenador, Rolando Acebal les aconseja calma: «tranquilos, no se preocupen que eso va a tener un arreglo».
Para este preparador es «impensable» que el boxeo sea excluido del programa olímpico, porque «es uno de los deportes más antiguos».
Orgulloso de que el boxeo sea «el buque insignia del deporte cubano», Acebal destaca que Cuba sigue siendo una referencia para los boxeadores del mundo y que escuadras extranjeras viajan regularmente a su país para foguearse. Recientemente, la isla acogió al equipo olímpico alemán.
«Todo el mundo quiere prepararse con los cubanos porque tenemos una mezcla de estilos, o sea, el estilo europeo, el estilo americano, donde existe mucho de coordinación. El boxeo lo hacemos como un baile», comenta el entrenador, que confía en que el conflicto entre el COI y la AIBA tenga un desenlace feliz.