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Zarpó el Irízar: 10 mil kilómetros para abastecer las bases antárticas argentinas


El rompehielos partió esta madrugada con más de 300 tripulantes, científicos y militares del puerto de Buenos Aires hacia la Antártida

El rompehielos partió esta madrugada con más de 300 tripulantes, científicos y militares del puerto de Buenos Aires hacia la Antártida

El Rompehielos Almirante Irízar zarpó esta madrugada con más de 300 tripulantes, científicos y militares del puerto de Buenos Aires hacia la Antártida para comenzar con la segunda etapa de la campaña de verano y abastecer a las bases argentinas en ese continente, en una travesía de cerca de cuarenta días y diez mil kilómetros.

En los primeros minutos de este sábado, decenas de familias despidieron al personal embarcado en el rompehielos que realizará el relevo de las dotaciones de las bases permanentes Orcadas y Belgrano 2, y continuará el abastecimiento y apoyo logístico de las bases Esperanza, Carlini, y la transitoria Petrel.

El buque zarpó con 1.200 metros cúbicos de cargas generales, 640 metros cúbicos de gasoil antártico, 120 metros cúbicos de alimentos congelados y 4.800 metros cúbicos de gasoil naval que abastecen 4 generadores que le permiten alcanzar los 16.000 caballos de fuerza que puede empeñar para romper bloques de hielo de hasta 6 metros de espesor.

El ministro de Defensa, Agustín Rossi, se convirtió hoy en el primer titular de esa cartera en navegar en el rompehielos y antes de comenzar las maniobras para abandonar el puerto dirigió un mensaje a la tripulación desde el puente de mando en el que agradeció el compromiso de todos los integrantes del despliegue en la Campaña Antártica de Verano.

«Es una alegría enorme poder acompañar un tramo de esta navegación hacia la Antártida en este Rompehielos que fue reconstruido en nuestro país y llevado a los más altos estándares internacionales por la mano de obra calificada de nuestro astillero», dijo Rossi, que desembarcó cerca de las 9 en la ciudad de La Plata.

El comandante del Irízar, Maximiliano Mangiaterra, contó en diálogo con Télam a bordo del buque que «navegar en la Antártida conlleva una serie de riesgos que no están presentes en otros lugares; si bien está diseñado para navegar en el hielo las condiciones meteorológicas pueden condicionar mucho las operaciones y cuando el viento es intenso debemos estar muy atentos a que no nos lleve hacia grandes bloques de hielo».

«Una de las situaciones más complejas que enfrentamos es tener que navegar de noche en un mar cubierto de bloques de hielo porque en esas condiciones los sensores no distinguen con precisión el espesor de los bloques y en lo único que podemos confiar es en la experiencia de nuestros vigías para distinguir en la oscuridad cuales bloques son peligrosos y cuáles no», indicó.

Mangiaterra contó que «en la primer campaña del Rompehielos después de las reparaciones (en 2017) apenas 5 de los 116 tripulantes habíamos tenido alguna experiencia previa en el Irízar, pero en estos dos años pudimos ir formando al personal que fue adquiriendo una experiencia imprescindible».

«Ahora cada vez que zarpamos lo hacemos con cerca de un setenta por ciento de tripulantes experimentados», concluyó el comandante del rompehielos que tiene 121 metros de largo y 25 de manga.