Las reservas internacionales del Banco Central acumulan una caída de 29.000 millones de dólares en lo que va del año, con descensos provocados por la corrida cambiaria en dos etapas.
Ahora, el Gobierno apuesta nuevamente a un desembolso multimillonario del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las próximas semanas para volver a fortalecer el poder de fuego del Banco Central.
Las reservas finalizaron ayer en 49.561 millones de dólares, aumentando 579 millones respecto al día anterior: fue la primera suba diaria desde el 7 de septiembre y respondió al alza de los títulos públicos que forman parte de ellas.
También en la semana entraron al país 930 millones de dólares de inversores financieros para comprar Letras Capitalizables emitidas por Hacienda, atraídos por tasas del 50% y con el compromiso del Gobierno en el Presupuesto 2019 de mantener el dólar en torno a los 40 pesos.
Según la opinión del ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, ahora podría darse «entre 60 y 90 días de pax cambiaria» con aumento de reservas por la llegada de dólares financieros, pero hacia fin de año habría nuevas presiones sobre el tipo de cambio.
El Banco Central pondría en marcha próximamente un sistema de bandas de flotación, es decir, establecería un piso y un techo dentro del cual permitiría mover al precio del dólar; superado el techo o perforado el piso, la entidad tendría manos libres para hacer volver el precio del dólar al interior de esas bandas.
«La clave será que el piso del dólar no esté lejos del spot actual para aprovechar el potencial ingreso de capitales financieros para que el Central refuerce reservas o bien el Tesoro compre dólares financieros con los pesos depositados y con eso recompre Letes en dólares a tasas altas», opinó Federico Furiase, del estudio EcoGo.
Con tasas en pesos de entre 50% y 60%, las gestiones de Luis Caputo en el Central y de Nicolás Dujovne en el Ministerio de Hacienda están buscando por distintas vías frenar de una vez por todas la elevada demanda de dólares por la desconfianza con el peso.
De los 29.051 millones de dólares que se fueron de las reservas a lo largo de este año, el 85% son billetes tomados por el país como crédito en el mercado internacional, en el Fondo Monetario y en el Banco de Basilea, es decir, deuda que aún hay que pagar.
La tormenta que se convirtió en crisis
Las reservas iniciaron el año en 55.731 millones de dólares y a los pocos días, el 11 de enero, saltaron a 63.906 por una emisión de deuda que realizó el Gobierno al observar que el mercado de crédito se podía complicar, como finalmente sucedió.
Desde entonces, la cartera de fondos comenzó un descenso por goteo motivado por pagos de compromisos y variaciones a la baja de las divisas frente al dólar, los títulos externos y otros instrumentos financieros.
La historia empezó a agravarse el 25 de abril cuando las reservas rompieron el piso de 60.000 millones de dólares, cerrando en 59.424, en lo que sería el principio de una crisis cambiaria que duró al menos hasta mediados de septiembre.
Entre el 25 de abril y el 21 de junio, las reservas bajaron unos 10.946 millones de dólares por las ventas que realizó el Banco Central para responder a la demanda de los inversores que decidieron salir de las Lebac.
En ese lapso, el Banco Central tomó un préstamo de 2.000 millones de dólares del Banco de Basilea (Banco de Pagos Internacionales) que fueron directamente a reforzar las reservas disponibles.
Si se observa el cuadro histórico desde el récord del año registrado el 11 de enero con 63.906 millones de dólares, la primera etapa del terremoto cambiario se llevó 15.428 millones de dólares.
La crisis cambiaria se había iniciado porque el peso perdió terreno frente al dólar luego de que el alza en las tasas de interés estadounidenses atrajera a los inversionistas, que sacaron su dinero para colocarlo en Estados Unidos.
Si bien ese fue el motivo inicial, después la «tormenta» tomó velocidad por cuestiones internas: los impuestos sobre la renta financiera de inversores extranjeros motivó una mayor salida de divisas, principalmente impulsada por bancos como el JP Morgan y el BNP Paribas, y fondos de inversión.