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Ventas online, redes sociales y delivery: cómo es sostener una librería en pandemia


El libro de papel se mantuvo como hábito de consumo durante el aislamiento y los libreros de la ciudad debieron adaptarse a los nuevos canales de venta. CLG habló con las titulares de las librerías Buchin y Paradoxa

Por Matías Gregorio

La pandemia alteró nuestras rutinas. Desde el primer confinamiento en marzo pasado hasta el actual en septiembre vivimos un sin fin de sentimientos, cambios y adaptaciones. Todos intentamos «tirar» para adelante como sea posible para mantenernos en pie. Quienes saben de este proceso son los libreros, aquellas personas que solíamos visitar para escuchar sus recomendaciones y que ahora debieron «reacomodarse» a los tiempos de ventas online, redes sociales y envíos a domicilio. De una u otra manera, siguen luchando para que el libro no pierda ese lugar fundamental en nuestras vidas. En este contexto, Mariana Buchin (de Buchin Libros) y Virginia Miretti (Librería Paradoxa) reflexionaron en diálogo con CLG sobre el momento que nos toca vivir.

Cuando se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio en todo el país, las librerías debieron bajar sus persianas, lo que significó un golpe muy duro. Pero en abril, después de unas semanas, fueron habilitadas a vender de forma online y con envíos a domicilio. Así lo narró Mariana Buchin: «Fue tremendo cerrar de un día para otro, lo fuimos sorteando como pudimos. Cuando volvimos a trabajar sin atención al público la situación se descomprimió mucho más, porque al principio no estaba claro si podíamos circular o no para llevar libros. Ahí empezó a haber mucha demanda, pero veníamos de 20 días cerrados, por lo que no fue nada fácil».

En todos los rubros, la pandemia del coronavirus aceleró el crecimiento del comercio electrónico, que marcará cifras récord en el país. La imposibilidad de realizar compras físicas alentó este canal de ventas, que fue aprovechado por quienes ya venían trabajando en ese sentido, como es el caso de Paradoxa: “Al principio en fase 1 sólo vendíamos por Mercado Libre y mantuvimos un poco el flujo de ventas. Pero cuando se habilitó abrir a puertas cerradas y sólo con envíos a domicilio tuvimos un verdadero boom de ventas, que nos tomó muy por sorpresa. El servicio online que prestamos a través de nuestra página, más WhatsApp, las redes sociales y Mercado Libre, es algo que nos jugó a favor. Aquellos que ya veníamos trabajando con plataformas virtuales quedamos mejor parados», aseguró Virginia Miretti.

Librería Paradoxa.

La librería Buchin, ubicada en Entre Ríos 735, también se adaptó a los tiempos que corren: «Hubo que reacomodarse», reconoció Mariana, y explicó: «Si bien ya teníamos Facebook, mail y página web, aprovechamos la restricción para lanzar WhatsApp e Instagram». «Hay consultas por todos los medios, fue algo que vino bien. También pusimos una persona encargada para los envíos. Algunas cosas van a seguir, como las redes sociales y el delivery que ya se han instalado», afirmó la mujer, una de las titulares del comercio.

«No sólo mucha gente aprendió a vender, sino también mucha gente aprendió a comprar por internet», destacó Virginia, y contó que reciben pedidos de «señoras grandes y jubilados» para llevarles los libros a sus casas, «algo que antes no pasaba». «Todo lo que fue virtual creció exponencialmente en este tiempo y es algo que vino para quedarse», apuntó una de las fundadoras de la librería ubicada en Mendoza 923.

Después de aquella cuarentena estricta, las restricciones comenzaron a aflojar entre mayo y junio, a la par de la baja de los casos. Los locales recibieron la autorización para poder recibir al público en un horario reducido, siempre siguiendo los protocolos sanitarios, algo que se mantuvo durante julio y agosto, incluso extendiéndose el horario de atención. Sin embargo, el nivel de ventas no fue el mismo para todas las librerías. «Fue mejorando de a poquito, pero veníamos menos 20. Las ventas están por debajo al año anterior”, lamentó Buchin. En cambio, Miretti sostuvo que el buen momento se mantuvo durante todo el invierno: «Estamos vendiendo más que antes de la pandemia», remarcó.

Buchin Libros.

Estas diferencias se dan porque el rubro de las librerías no es heterogéneo, ya que cada local presenta sus particularidades. Por ejemplo, Buchin se vio muy afectada por la suspensión de las clases de forma presencial en todos los niveles, puesto que «todo ese caudal de literatura complementaria no se está vendiendo», señaló Mariana, y también dijo que los perjudicó el hecho de que no haya ferias del libro ni presentaciones de una obra cuando llega un autor. A esto se le suma el grado de desarrollo de los canales digitales mencionados anteriormente.

De todas maneras, ambas comerciantes coincidieron en que la pandemia sirvió para que la gente se reencuentre con la lectura. Sobre este punto, se temía que a la par del crecimiento digital la demanda se vuelque al eBook, es decir, a los libros electrónicos. Pero finalmente eso no sucedió: «En el último tiempo no ganó terreno y no creo que sea una amenaza sobre el libro de papel porque la gente lo sigue prefiriendo. No hay como marcar, subrayar, regalar, dedicar… el libro de papel no va a ser reemplazado por nada», expresó Mariana. Y Virginia sumó: «Es un mercado que ha ido creciendo, pero muy poco, sigue siendo un porcentaje menor. Incluso hoy en día las plataformas de contenidos audiovisuales compiten más con el libro papel que con el libro digital».

Desde esta semana el sur santafesino volvió prácticamente a fase 1 por el exponencial aumento de los contagios de Covid-19, de manera que los comercios no esenciales volvieron a cerrar sus puertas y retomaron las prácticas de abril. Las libreras manifestaron que «no es lo mismo» el trato personalizado que se le da a un cliente cuando llega al local que el diálogo que se puede seguir por las redes sociales. Aún así, se esfuerzan para sostener la magia que significa pisar una librería. A fin de cuentas, por más que el libro sea dado por muerto una y otra vez, se sigue sosteniendo como hábito de consumo, en parte por el gran trabajo de cientos de libreros y libreras.