El gobernador de Texas, Greg Abbott, conmutó la condena a muerte de un preso que mató a su familia por dinero después de que el padre, único sobreviviente de la masacre, implorase clemencia, y de las tres ejecuciones programadas ayer en Estados Unidos sólo se llevó a cabo una, en el estado de Florida.
Abbott tenía en sus manos la vida de Thomas «Bart» Whitaker, un joven blanco de familia adinerada que en 2003 decidió matar a sus padres y a su hermano con el fin de cobrar su seguro de vida, de 1,5 millones de dólares.
Anoche, media hora antes del momento fijado para el ajusticiamiento, Abbott anunció la salida de Whitaker del corredor de la muerte para cumplir una cadena perpetua en otra cárcel el resto de sus días.
La decisión del gobernador texano fue inusual. Apenas ocurrió dos veces en este estado que ejecutó a 548 reos desde que se restituyó la pena de muerte hace cuatro décadas, reseñó la agencia de noticias EFE.
El padre de Whitaker, Kent, único sobreviviente del ataque, fue quien lideró durante años una campaña para que su hijo no fuese ejecutado.
«Este no es un caso de un padre que ignora la verdad sobre su hijo. Créanme. Soy consciente de lo que me costaron sus decisiones», dijo Kent Whitaker al diario The Washington, y añadió que su esposa, Patricia, y su hijo menor, Kevin, «no querrían que mataran a ‘Bart’ por esto. Estarían horrorizados de lo que está pasando».
Kent Whitaker logró a principios de semana que la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas recomendase a Abbott conmutar la condena a muerte de Whitaker por una cadena perpetua, pero la decisión todavía estaba en manos del gobernador.
Minutos después de la decisión de Abbott, Florida sí administró una inyección letal a Eric Branch por la violación y asesinato de una estudiante en 1993. Branch fue declarado muerto a las 19.05 hora local (21.05 de Argentina).
El 11 de enero de 1993, Branch, que huía de las autoridades por una violación cometida días antes, atacó a Susan Morris en el estacionamiento de la Universidad del Oeste de Florida, se la llevó a una zona boscosa y la violó y asesinó. Después huyó con el vehículo de su víctima.
La ejecución de Branch fue la primera del año en Florida y la cuarta en todo el país.
La tercera ejecución prevista para ayer quedó en suspenso. El estado de Alabama pretendía ajusticiar a Doyle Lee Hamm, de 61 años, por asesinar en 1987 al recepcionista de un motel durante un asalto, pero los abogados del detenido habían advertido que sus venas no eran aptas para una inyección.
Los verdugos de Alabama trataron de aplicar inyecciones intravenosas a Hamm durante más de dos horas, pero finalmente desistieron y cancelaron la ejecución hasta nueva fecha antes de que a medianoche se cumpliese el plazo previsto para proceder.
El abogado de Hamm, Bernard Harcourt, expresó su indignación en Twitter y calificó de «intolerable» lo sucedido, debido a que ya en julio pasado había advertido que su defendido se sometía a un tratamiento contra un cáncer detectado en 2014 que había debilitado sus venas, lo que dificultaba la aplicación de las inyecciones.
Las tres ejecuciones previstas ayer hacían prever que se repitiera una jornada negra como no se vivía desde el 7 de enero de 2010, última vez que Estados Unidos llevó a cabo tres ejecuciones en un mismo día, con las muertes de Vernon Smith en Ohio, Kenneth Mosley en Texas y Gerald Bordelon en Luisiana.