El presidente fue reelegido hace una semana y lleva 26 años ininterrumpidos en el poder. Lo acusan de fraude
Decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, salieron este domingo a las calles de Minsk, capital de Bielorrusia, para exigir la salida del poder del presidente Alexandre Lukashenko, reelegido hace exactamente una semana y que hizo oídos sordos ante las manifestaciones.
«¡Fuera!», coreaban los opositores en alusión al jefe del Estado, mientras caminaban por la céntrica avenida de la Independencia.
Los periodistas de la AFP calcularon había más de 100.000 manifestantes en las calles y el medio de comunicación independiente Tut.by estimó que era la protesta más multitudinaria desde la independencia del país en 1991.
Con flores y vestidos de blanco, los participantes ondeaban banderas blancas y rojas, los colores históricos de la oposición.
Daria Kujta, de 39 años vino con sus seis hijos. «Pienso que hay una nueva Bielorrusia que está naciendo y estoy tan feliz de poder verlo con mis propios ojos», dijo a la AFP.
A su lado, Alla, de 55 años, no quiere oír hablar de nuevo de Lukashenko. «Estoy harta de sus mentiras y de su dictadura», dice.
Respondiendo al llamado de la líder opositora, Svetlana Tijanóvskaya, principal rival de Lukashenko en las presidenciales, los bielorrusos también se manifestaron en otras ciudades del país.
A mediodía, Lukashenko, que se ve en la cuerda floja por primera vez después de 26 años al frente de la antigua república soviética, hizo una aparición sorpresa en la Plaza de la Independencia, donde se congregaron unos 10.000 simpatizantes.
«Queridos amigos, los he llamado aquí no para que me defiendan sino para que, por primera vez en un cuarto de siglo, defiendan vuestro país y su independencia», lanzó ante la multitud.
El presidente bielorruso, de 65 años, rechazó los llamados de la oposición de organizar nuevas elecciones, tras las celebradas el 9 de agosto, en las que oficialmente cosechó el 80% de los votos, pero que suscitaron acusaciones de fraude.
«Si lo hacemos, perderemos el control para siempre», predijo, ante sus partidarios que ondeaban la bandera oficial roja y verde, heredada del periodo soviético.
Desde una tribuna y rodeado de guardias de seguridad, Alexandre Lukashenko denunció la voluntad, según él, de imponer al país «un gobierno desde el extranjero».
Lukashenko calificó a los manifestantes de «borregos» y criminales controlados por el extranjero.
Tras los comicios, cientos de miles de personas salieron a la calle para denunciar el resultado y apoyar a la principal candidata opositora, Tijanóvskaya, de 37 años.
Esta mujer era totalmente nueva en política y se presentó después de que otros candidatos, incluido su marido, fueran arrestados. La política se encuentra actualmente refugiada en Lituania.
Miembros de la élite se han unido a las protestas: periodistas de la televisión pública, habitualmente a las órdenes del gobierno, investigadores y hombres de negocios y también diplomáticos y políticos.
Los medios públicos presentaron este domingo las manifestaciones contra Lukashenko con un tono neutro, algo totalmente inusual.