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Una Miss Discapacidad en Costa de Marfil para promover un cambio de mentalidad


A primera vista, parece un concurso de belleza normal: candidatas que recitan respuestas ensayadas, un escenario, un jurado… salvo que en este, organizado en Costa de Marfil, todas las participantes tienen alguna discapacidad. 

Una, ciega, está acompañada de un guía; otra camina con una muleta, y otra se contonea sobre su calzado ortopédico, con una suela compensada de 15 centímetros. Cada una con una discapacidad distinta pero todas en liza por el título de Miss Discapacidad. 

Las diez candidatas se exponen a las miradas ajenas con gran valor, en un continente en el que la discapacidad suele tener más rechazo que en el mundo occidental. 

«Todas las chicas con discapacidad, como yo, que están en su rincón, que no se atrevan a mostrarse […] a partir de este concurso, podrán tener por fin la valentía y la fuerza de presentarse. La discapacidad está en la cabeza, hay que afrontar las barreras y todo irá bien», asegura la premiada de 2018, Luku Getheme, una estudiante de 25 años, con una minusvalía en una pierna desde que era pequeña. 

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– Encerradas en casa -. 

Victoire Yao, una estudiante de Geografía en Yamusukro, no se pierde ni un minuto del espectáculo, entonando yuyus de júbilo cuando una amiga llega al escenario. 

La joven tiene una discapacidad grave de nacimiento en la columna vertebral, por lo que siempre tiene la cabeza inclinada. 

«Esto es verdaderamente difícil en África. Por ejemplo, en nuestras universidades, las infraestructuras no están construidas pensando en nosotros». 

«Además, están las miradas de los otros. Es complicado, incluso en nuestras propias familias. Algunos nos rechazan porque somos discapacitadas. Yo tuve suerte de tener unos padres buenos», añade. 

«El concurso nos permite mostrar que, pese a nuestra discapacidad, somos capaces de enfrentarnos al público, de enfrentar la mirada de los demás», subraya, dejando caer que «quizá algún día» ella también participe. 

«La belleza del mundo es la diferencia. Formamos parte de una minoría y tenemos que hacernos oír entre la mayoría», subraya la cantante Nuella, de 33 años, que organiza el certamen. 

Ella sabe de qué habla. Nació con una malformación congénita en las piernas y tuvo que someterse 36 veces a dolorosas operaciones. 

Esto no le impidió hacerse famosa, ganando dos concursos de la televisión africana: Star Karaoke 2007 y Africa Star 2010. 

La cantante recuerda la falta de presupuestos de ayuda a los discapacitados pero también recalca los problemas de la sociedad. 

«Lo desconocido asusta. Muchos discapacitados no están escolarizados, están encerrados en casa […]. Dejamos a esa gente sin formación, sin estudios», lamenta, destacando que «en el campo es todavía peor… Se puede llegar a pensar que la mujer trae mala suerte». 

En Costa de Marfil (24 millones de habitantes) hay censadas 450.000 personas con discapacidad pero «muchos no son [declarados] al nacer, por vergüenza», denuncia Nuella. La cantante explica que, durante una campaña de donativos en las aldeas, de 200 solicitantes de lotes para discapacitados, solo siete habían sido declarados en el registro civil. 

Costa de Marfil es el segundo país africano, por detrás de Camerún (que ya lleva tres ediciones) organizando este concurso, presente también en varios países del hemisferio norte. El objetivo es luchar contra una «doble discriminación», contra las mujeres y los discapacitados. 

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– Guapas -. 

Llegada desde Duala, Miss Discapacidad Camerún 2018, Laura Chokocheu, que perdió un brazo en una trituradora de maíz cuando tenía 11 años, hace un llamamiento para que se organice un concurso Miss Discapacidad África, como prometieron los organizadores. 

«Hay dar protagonismo a la mujer discapacitada de África. La mujer discapacitada ha estado marginada durante mucho tiempo, hay que cambiar eso», defiende la Miss, presentadora de televisión en la actualidad. 

«Una discapacitada, pese a su minusvalía, sigue siendo bella y sigue siendo mujer», considera Danielle Krea, diseñadora de moda, que vistió a las candidatas. 

En la sala, en la primera fila, Astrid Sokuri, Miss Globe Costa de Marfil, observa con atención el desfile de las candidatas sin dejar de aplaudir. 

La joven ha venido a apoyar a sus «colegas». «Son guapas. 

¡Tanto como yo! Existe una solidaridad. ¡Entre ellas y nosotras [las «miss» clásicas) la diferencia no significa nada, es la belleza del corazón lo que cuenta, no la belleza física! Tener una discapacidad no significa que no vayas a poder tener éxito en la vida. Este concurso está bien para animar a las mujeres a realizar sus sueños».