Ciudad

Una marea violeta atravesó el centro de la ciudad


Por: Diego Carballido

Existía una expectativa previa a la marcha de este 8 Marzo. La instalación del debate por la legalización al aborto, seguro y gratuito, en el Congreso de la Nación, la aparición de referentes del movimiento de mujeres en los grandes medios de comunicación y muchos años de militancia por las consignas que exigen un mundo que reconozca su labor y las deje de ubicar en un lugar utilitario o de cosificación; todas estas cuestiones hacían sospechar que estábamos frente a una convocatoria masiva. Efectivamente. Las mujeres cumplieron con su promesa de parar el mundo, y las imágenes de lo que sucedía en otras ciudades llegaban a través de las redes sociales mientras en el centro rosarino se congregaban casi 50.000 manifestantes. Donde se encontraban, principalmente, mujeres acompañadas por las integrantes de los colectivos LGTIBQ y, muy en menor medida, por varones.

“Yo trabajo en una escuela, y falta mucho todavía con respecto al tema del machismo» dice Jacqueline, una docente de primaria que asiste por primera vez a la marcha. El caso de ella se ve multiplicado en las cientos de asistentes a la plaza San Martín que esperaron para comenzar a marchar, sin sumarse a las numerosas columnas de las agrupaciones políticas, los sindicatos o las agrupaciones artísticas. La fuerza del movimiento vive un crecimiento exponencial, que supera las estructuras y llega a las autoconvocadas, constituyendo una de las expresiones políticas que está generando un cambio en la conformación y el funcionamiento de la sociedad. «Muchas veces leemos sobre momentos de la historia que nunca vivimos y estamos transitando uno que será importante para generaciones futuras” reflexiona Delfina, otra de las que asiste por primera vez a esta convocatoria, y agrega: «No formo parte de ninguna agrupación pero vine porque soy mujer y hay que movilizarse”

La alegría y la lucha, palabras que parecían antagónica hasta este momento, fueron las consignas que atravesaron todo el microcentro de la ciudad y las asistentes corearon a viva voz la culminación de los femicidios, el cese de todo tipo de violencia hacia las mujeres, el pedido por el aborto y no faltó la denuncia

hacia este modelo de gobierno que ajusta principalmente a las integrantes de los sectores más vulnerables. La marea violeta atravesó calle Oroño, pasando por el emblemático edificio de Tribunales donde los cantos hacia la justicia tomaron más fuerza, luego ocuparon los dos carriles de la avenida Pellegrini ante la mirada atónita de los clientes que estaban en las mesas de los bares de la zona. Ya casi entrada la noche, las columnas transitaron calle Corrientes hasta, finalmente, doblar en Santa Fe y llegar al Monumento a la Bandera. El edificio de la Catedral, acordonado y custodiado por numerosos uniformados, fue testigo privilegiado de cómo las columnas bajaron por calle Santa Fe y se congregaron en el parque que está a espaldas del Monumento, donde las aguardaban un escenario con música y la lectura del documento elaborado por la mesa del Ni una Menos Rosario y las agrupaciones que adhirieron.

«Es un momento increíble para salir. Hay una atmósfera de lucha, amor y sororidad» dice Marina, acompañada de las integrantes de su grupo de cumbia latinoamericana conformado íntegramente por mujeres, las Chiquita Machado, y no se olvida de todas aquellas que acompañan el reclamo pero las distintas circunstancias no les permitieron forman parte de esta multitudinaria marcha: «Por ellas estamos acá; por las que no están y por las que no pueden estar. Inclusive por aquellas que no están preparadas para asumir esta lucha. Estamos todas hermanadas y en representación de todas ellas».