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Una huelga de camioneros paraliza Brasil y hunde a Petrobras


Brasil estaba el jueves al borde de la paralización, en el cuarto día de una protesta de camioneros contra el aumento del precio del diésel, con bloqueos de carreteras que provocan desabastecimiento de combustibles y alimentos.

Las acciones de Petrobras se derrumbaron en la Bolsa de Sao Paulo, después que la estatal accediera la víspera a reducir un 10% el valor del diésel durante dos semanas para facilitar el diálogo. Y esta concesión no tuvo ningún efecto entre los camioneros.

El movimiento, que se produce a menos de cinco meses de las elecciones generales de octubre, afectaba a 24 de los 27 estados, incluyendo los más ricos de la mayor economía latinoamericana: Sao Paulo (11 bloqueos), Rio de Janeiro (17) y Minas Gerais (43), todos en el sudeste, según la Policía Federal de Carreteras (PGR).

También había entre 20 y 40 bloqueos en los estados agrícolas del sur y del centro-oeste de esta potencia exportadora agropecuaria, como Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Paraná y Santa Catarina.

Los problemas de aprovisionamiento de combustible obligaron al aeropuerto internacional de Brasilia a admitir desde el miércoles solo la llegada de aviones con combustible suficiente para partir y sus reservas están garantizadas hasta las 17H00 (20H00 GMT) de este jueves. Otros aeropuertos podrían verse rápidamente confrontados a problemas semejantes.

Varios frigoríficos suspendieron sus actividades, en este país de dimensión continental con una red ferroviaria poco desarrollada.

En Minas Gerais, mil litros de leche son tirados por día a causa de los problemas de transportes, indicó el Sindicato de la Industria Láctea de ese estado.

El puerto de Santos (estado de Sao Paulo), el mayor de América Latina, prácticamente no registra entradas ni salidas de camiones desde hace tres días, «pero las operaciones de carga y descarga de navíos se siguen llevando a cabo con normalidad», indicó la administración del terminal.

El brasileño común siente el impacto en los aumentos de precios de todo tipo de productos.

Los precios de algunas frutas y hortalizas registraron alzas de hasta 400%, de acuerdo con informes de prensa.

Las filas de vehículos se extienden frente a las estaciones de servicio que disponen aún de reservas, pero que hacen pagar con creces la escasez. El litro de gasolina supera con facilidad los 5 reales (cerca de 1,4 dólares), frente a 4,215 reales de media nacional a fines de abril. En algunos casos llega a 7 reales.

El movimiento sin embargo parece contar con apoyo popular.

«Pienso que esto se produce por una mala gestión del gobierno federal, una mala gestión con todos esos casos de corrupción», dijo Ana María Lobo, de 54 años, aguardando su turno en una gasolinera de Sao Paulo, en referencia a los escándalos que en los últimos años vapulearon al país.

«Este movimiento ya no es nuestro, es de la sociedad», declaró en Brasilia el presidente de la Asociación Brasileña de Camioneros (Abcam), José da Fonseca Lopes.

Una nueva reunión entre el gobierno del presidente Michel Temer y los representantes de los camioneros está prevista por la tarde, después del fracasado encuentro de la víspera.

Petrobras se hunde en la Bolsa

Las concesiones hechas el miércoles por el gobierno de Temer y por Petrobras fueron desdeñadas por los transportistas, creando una crisis de amplitud insospechada.

En el caso de Petrobras, tuvieron un efecto boomerang, dado que sus acciones se despeñaban más de 13% por la tarde en la Bolsa de Sao Paulo, debido a la desconfianza que la flexibilización de su política de precios inspiró en los inversores.

Tensiones políticas

Los gremialistas también desecharon la supresión transitoria de un gravamen sobre los combustibles (Cide), que tiene poca incidencia en la composición de los precios.

Los camioneros ven en cambio con buenos ojos una iniciativa votada el miércoles por la Cámara de Diputados para suspender hasta fin de año la recaudación de dos impuestos, llamados PIS/Cofins, sobre el diésel.

Pero afirman que sólo pondrán fin a la protesta cuando la medida sea aprobada por el Senado y sancionada por Temer.

La supresión de los impuestos fue articulada por la mayoría oficialista en el Congreso, pero genera resistencias en el gobierno, comprometido con un plan de ajuste fiscal para apuntalar el débil crecimiento económico de Brasil después de dos años de recesión.