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Una científica se exilió a los 16 años, volvió, estudió en la UNR y ahora recibe destacado galardón


Raquel Chan es una bioquímica argentina que se debió ir a Israel, aunque regresó, hizo un doctorado en Rosario y la reconocen por sus investigaciones en agrobiotecnología

Por Giuliana Biasotto – Télam

Raquel Chan, una bioquímica argentina que se exilió a los 16 años a Israel y regresó al país con la vuelta de la democracia para realizar un doctorado en la Universidad Nacional de Rosario, fue reconocida con el Premio Fundación Bunge y Born 2023 por sus investigaciones en agrobiotecnología.

El recorrido académico que hizo Raquel comenzó de manera turbulenta cuando a los 16 años, mientras estaba en la escuela secundaria, tuvo que exiliarse a Israel sin su familia.

«Iba al Pellegrini y nos amenazó la Triple A a mí y a otros chicos que estábamos en el centro de estudiantes. Mis padres decidieron que me fuera porque era muy peligroso», recordó en diálogo con Télam la científica.

La bioquímica señaló que pese a que en ese momento «no se hablaba de desaparecidos» hubo otros compañeros del colegio que «no aparecieron más» y agregó que hace unos días pusieron una baldosa conmemorativa en la institución para uno de los chicos de su división.

«No pude ir, pero mandé unas palabras, fue muy emotivo. Otros ya no están, así que yo no me quejo. Yo estoy viva y tengo que vivir por los demás», reflexionó.

Egresada en 1981 en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel, Raquel aseguró «estar muy agradecida» porque pudo estudiar y aprovechar ese tiempo en una universidad «de primer nivel».

«Fue una cuestión de supervivencia. Me hice adulta a los 16 años. Mi familia se quedó en el país porque cada uno tenía su trabajo y la que estaba en peligro era yo. Además, tuve que hacer muchísimo esfuerzo para estudiar otro idioma. Eso te templa», exclamó.

De regreso en nuestro país, Raquel realizó un doctorado en la Universidad Nacional de Rosario y un posdoctorado en el Institut de Biologie Moléculaire des Plantes de la Universidad Louis Pasteur en Estrasburgo, Francia.

Especialista en biología molecular y celular de plantas, así como en ingeniería genética química, publicó más de cien artículos en revistas científicas internacionales, decenas de artículos de divulgación y es co-inventora de nueve patentes internacionales.

Entre sus principales logros se destaca haber aplicado ciencia básica en agrobiotecnología para conseguir la tecnología HB4 de tolerancia a estrés por déficit hídrico en girasol, y luego incorporarlo a la soja, trigo y maíz para sostener rendimientos en climas adversos y sequía.

«Mientras estudiábamos veíamos algo que cualquier ser humano que tiene plantas en su casa observa: cuando alguien se va de vacaciones y vuelve hay algunas plantas que se marchitan y otras que están como si nada hubiese pasado», explicó.

Bajo el interrogante «¿qué tiene la planta que sobrevive que no tiene la otra?», Raquel y su equipo comenzaron a investigar el girasol, una planta resiliente con respecto a la soja o el trigo, según detalló la científica.

«Empezamos a sacar de a uno genes particulares del girasol colocándolos en una planta que solo sirve como objeto de estudio. Ahí fue que encontramos que uno de los tantos genes que estudiamos, que se llamaba HB4, le confería una tolerancia muy fuerte a la falta de agua», detalló.

Mientras indagaban observaron que la planta que no tenía el gen moría a los cuatro días de no darle agua, mientras que la que tenía HB4 duraba 15 días.

El recorrido de esta investigación llevó muchos años de estudio, remontándose a la primera patente de este producto en 2003.

«Los estudios llevan muchísimo tiempo. Hasta que llegamos a algo patentable hay que considerar por lo menos diez años de estudios», aseguró.

Respecto al recorrido que realizaron con la investigación, la bioquímica detalló que hicieron pruebas en maíz, soja y trigo y «está en camino la alfalfa y otras plantas».

Al considerarlo como un organismo transgénico, la especialista advirtió que deben cumplir con un sistema regulatorio nacional e internacional muy severo para demostrar que el producto es inocuo para la salud humana y animal, que no tiene alérgenos ni efectos nocivos en el medio ambiente ni en la economía nacional.

Uno de los desafíos con los que se encontraron fue la falta de espacio físico, ya que no contaban con el lugar para trasladar esta experiencia del laboratorio al campo y porque «hay muchos genes que confieren tolerancia pero que no funcionan en plantas de verdad, podría haber sido un desastre», explicó.

El trigo HB4 fue aprobado luego de un exhaustivo proceso de pruebas en 2021.

La química aseguró que el desarrollo masivo de este producto «va a tardar unos cuantos años porque hay que multiplicar la producción de la semilla».

Sin embargo, «hubo 70 mil hectáreas sembradas con esta semilla y anduvieron maravillosas a pesar de haber sido el año más horrible de sequía. Lamentablemente no hubo suficiente para los demás productores», expresó.

Sobre su acercamiento al universo científico, aseguró que la curiosidad y ser observadora fue su principal motor para sumergirse en la academia.

«Llegué a la ciencia como llegamos todos los que somos muy curiosos. Es mirar las cosas y querer entenderlas», dijo.

«Yo soy de las que se preguntan ¿por qué pasa esto? y eso implica hacer ciencia y aplicar un método científico. Muchas veces las hipótesis se refutan. La ciencia requiere mucha resiliencia porque hay mucho fracaso», apuntó.

Raquel fue seleccionada entre las diez mujeres que lideran la ciencia en América Latina por la BBC de Londres (2013), recibió la distinción de la Presidenta de la Nación (2015), entre muchos otros reconocimientos y premios como el de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria al mejor proyecto en estrés abiótico en plantas.

Respecto a la importancia de la ciencia, aseveró que le «cuesta» explicarlo porque «es tan importante que no nos damos cuenta».

«La ciencia la tenemos todos los días, los productos de esa ciencia los tenemos en la vida cotidiana de forma constante. Sólo tenemos que mirarlo y darnos cuenta de que eso no existía», sentenció.

Al respecto, enumeró: «Los teléfonos celulares, las computadoras, aviones, autos, el material del plato con el que comemos, la comida, la electricidad que nos ilumina, todo es ciencia».

Este año el premio Fundación Bunge y Born 2023 en Agrobiotecnología es para «una científica descollante en el sistema de ciencia y tecnología nacional, reconocida internacionalmente» y «pionera a nivel mundial», sostuvo el jurado.

Los premios Fundación Bunge y Born se entregan desde 1964, y es uno de los reconocimientos más importantes del ámbito científico nacional,.

La ceremonia se realizará mañana a las 18.30 en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (CCK).