Orgullo nacional. La cordobesa Sandra Myrna Díaz, especialista en biología vegetal y estudiosa del impacto de la crisis climática, fue reconocida con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2019.
Junto con ella, también fue galardonada la estadounidense Joanne Chory. El trabajo que desarrollan ambas biólogas por separado las ubicó en la vanguardia de nuevas líneas de investigación en torno a la crisis climática y sus efectos, y en la defensa de la biodiversidad.
El jurado ha decidido distinguir a ambas biólogas por sus «contribuciones pioneras» al conocimiento de la biología de las plantas, que son «trascendentales para la lucha contra el cambio climático y la defensa de la diversidad biológica», informó EFE.
Sandra Myrna Díaz, nacida en Bell Ville (Córdoba) en 1961, es una referencia científica en el área de la ecología y especializada en botánica.
Ha participado en el desarrollo de una herramienta metodológica para cuantificar los efectos y beneficios de la biodiversidad de las plantas y la ecología vegetal de los ecosistemas y su aprovechamiento humano en forma de combustible, materiales, medicinas, tintes, alimentación, protección hídrica y otras aportaciones.
También estudia el papel de la biodiversidad para contrarrestar el cambio global, por ejemplo, mediante el secuestro de carbono atmosférico.
La investigadora se graduó en Biología en 1984 en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se doctoró en 1989.
En 1993, regresó como profesora a la Universidad de Córdoba, donde actualmente es investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, entre otros cargos.
Joanne Chory, nacida en Methuen (Estados Unidos) en 1955, ha centrado su campo de investigación en el estudio de los mecanismos que regulan el funcionamiento de las plantas, desde el nivel molecular hasta el celular, así como las reacciones de estas a condiciones ambientales de estrés.
Para llevar a cabo sus investigaciones ha utilizado un organismo modelo, la «Arabidopsis thaliana», que ha desvelado aspectos relevantes sobre los genes implicados en funciones como la sensibilidad a la luz, las hormonas que regulan el crecimiento de la planta y la respuesta ante el estrés hídrico.
Son especialmente reconocidas sus aportes sobre el papel del fitocromo, una proteína vegetal sensible a la luz roja e infrarroja, y la corregulación de genes que participan en la fotosíntesis