Espectáculos

Un universo de perros detrás de los dos estrenos del rosarino Luis Machín


El actor es el protagonista en dos obras que desbordan amor por los animales: "Siete Perros", de Rodrigo Guerrero, y "Perros del viento", de Hugo Grosso

Por Agustín Argento – Télam

Si estrenar dos películas en una semana es casi un hecho milagroso, hacerlo con historias que tienen a los perros y su universo se transforma en un suceso inaudito, que lo tiene a Luis Machín como protagonista en dos obras que desbordan amor por los animales: «Siete Perros», de Rodrigo Guerrero, y «Perros del viento», de Hugo Grosso.

«El corolario de esas dos películas fue el de adoptar un perro», dice entre risas Machín a Télam, tras el estreno de «Perros del viento», que ya se encuentra en cartel. La cinta de Guerrero, en tanto, ingresará a las salas el próximo jueves. «Entre las dos películas, tanto perro dando vuelta entre guion y filmación, y los hijos militando el perro… el final no podía ser distinto», agregó.

Más allá del nexo que se puede encontrar en los perros, las películas y la interpretación van por carriles diferentes. En «Perros del viento», Machín se pone en la piel de Ariel, un productor televisivo que se fue a España y que regresa a su Rosario natal para investigar unos extraños «suicidios» de perros en el Parque España de esa ciudad. Pero en esta vuelta, Ariel se reencuentra con un viejo amor y viejos amigos, que le hacen replantear su vida presente, pasada y futura.

«Es una película basada en lo que es la búsqueda. Los personajes, las individualidades, están buscando, lo que sea, pero buscando. Todos buscamos cosas que no son tan ciertas. Y también, lo más interesante, es que la vida nos lleve a la búsqueda. El director hace una especie de paralelismo entre lo irracional de los perros y la racionalidad del ser humano. El ser humano intenta resoluciones que en los animales están vinculadas a lo instintivo. El hombre, desde lo racional, también salta al vacío», opinó Machín sobre la película que filmó con su hijo Lorenzo y su esposa, Gilda Scarpetta.

«El trabajo en familia fue muy bueno, estuvimos sumergidos en una especie de burbuja, por la pandemia, durante un mes. Fue una situación familiar ideal, en un momento donde el colegio era virtual. Estábamos entre la filmación y una vida cotidiana amena, con la familia del director, con quien somos amigos. También hay una particularidad, que es que si bien mi esposa hace sus cosas, no es frecuente que trabajemos juntos», agregó.

Lejos de la fantasía, «Perros del viento» está basada en un hecho real que Grosso investigó como documentalista, pero que abrió el juego a la ficción. El hecho era que en los 90 los perros empezaron a tirarse por un barranco de Plaza España donde hoy está el Colegio Español.

«Algunas personas dicen que esto sigue sucediendo. Al parecer, los perros corrían hacia una especie de llamado, lo cual hace que este mito urbano haya partido de un hecho real», comentó Machín.

En «Siete Perros», el actor rosarino interpreta a un viudo que vive en la planta baja de un edificio con, justamente, siete perros, de los cuales se tiene que desprender apurado por un conflicto con el consorcio. La soledad, el amor perdido y la decisión ante la inminencia de la muerte recorren a este personaje que sufre y transmite su sufrimiento con hidalgo silencio.

Siete perros”, la nueva película con Luis Machín, estrenará en El Cairo

«El conflicto en esta película está en el afuera y en los que habitan ese edificio. El vínculo con los animales es lo que lo salva y lo que lo mantiene. ‘Siete Perros’ nos habla sobre la convivencia y los propios intereses; de cómo miramos al otro y el cotidiano del otro», resume Machín.

Con su hija y su pequeña nieta que viven en el exterior, Ernesto (Machín) tiene una relación de «hola y chau», no porque no haya amor, sino que la distancia física también pasa por la anímica. Con mundos tan separados, el protagonista se encierra cada vez más en su departamento con sus mascotas.

«Me parece que Ernesto ya decidió cómo va a terminar la vida. Es bastante testarudo, en su aparente pasividad y sigue de la manera que puede. Es una película muy bien recibida de manera particular, ganó el premio del público en el Festival del Cine de las Alturas. Creo que los vínculos con los perros te hace ver otras cosas», comentó Machín.

T: Si bien trabajaste en «Milagro de otoño», ¿cómo fue trabajar con tu hijo en roles tan cercanos?

LM: Ahí pasan algunas cosas que por ahí está bueno comentarlas. No es tan frecuente que uno se encuentre con su hijo trabajando. Acá él ya tenía otra conciencia, es muy emocionante, pero uno toma distancia bastante rápido y él me lo hizo notar. Eso me emocionó mucho porque yo veía a un compañero de trabajo. Hay una escena que él lleva adelante y yo sentía que lo hacía de una forma muy natural. Cuando vi la escena por primera vez, casi me muero. Él está estupendo como actor. Imagino que en su cabeza debió desandar un mecanismo muy complejo. Lo más sano es olvidarte que estás trabajando con tu hijo, sino, ponés en primer plano algo que no tiene que ver con la película. Yo más que leer un poco y decirle lo que yo pienso sobre el personaje, que es lo que hago siempre, voy a tratar de no hacer. Después, como padre guiás un poco.

T: Esposa, hijo, familia amiga… fue un rodaje cercano a esas familias circenses que van juntas por el país.

LM: Sí, tenía algo de eso esta experiencia. Instalarse en otro lugar y desplegarse, aunque si bien todos somos de Rosario o aledaños. Yo estaba permanente con mi sobrino, también, que es eléctrico. Amén de que el rodaje es otro ambiente, pero hay algo de esa vida circense y que yo hice en mis años de desarrollo de actor en Rosario, que estaba de gira.

T: En «Perros del viento» hay algo de perdonarse que rodea a los personajes.

LM: Yo creo que más que perdón, se trata de personajes muy humanos que comprenden la esencia humana. Es gente madura que tiene cierta comprensión más amplia de lo que son las dudas. No actúan con piedad, sino con sensibilidad. Más allá del encontronazo entre los amigos, la amistad prevalece por sobre lo instintivo. Los perros se pelean por una perra, pero en lo racional, en algunas personas funcionan de una manera más profunda.

T: ¿Y cómo fue filmar con siete perros a la vez?

LM: Primero pensé que iba a ser un desastre filmar «Siete Perros». Yo siempre me vinculé con perros, pero desde el 93, desde que estoy en Buenos Aires, no había vuelto a tener. No me daba por los espacios y la vida que llevaba. Pero terminó siendo muy lindo y hasta sencillo. Me sorprendió gratamente, Antes de rodar me fui a vivir un tiempo con los perros para conocernos. Ellos fueron muy cariñosos y atentos conmigo. La chica que los paseaba me decía cosas porque los conocía. Ella estaba ahí para que entren y salgan los perros de cuadro. También hubo algunas complicaciones, como cuando tuvimos que correr a uno por el centro de Córdoba (risas), pero en líneas generales, fue fascinante. Casi no hay escena en la que no estoy con ellos y en ese departamento, los perros, yo y el equipo técnico. Fue una experiencia bien interesante.