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Entrevista

Un testimonio de vida contra la despenalización del aborto


Por Belén Corvalán

“La vida nos sorprendió dándonos la oportunidad de tener otra hija”, dice Esteban Rúben Blanco a Con la Gente. Apenas escuchó la historia de Jemima Victoria, una bebe recién nacida en adopción que padecía parálisis cerebral, no dudó en contactarse con las personas correspondientes para involucrarse. “Yo creo que estaba destinada a estar con nosotros”, cuenta.

Jemima nació en julio de 2003 en un contexto de extrema vulnerabilidad. Sin siquiera formar parte del mundo físico, su vida ya estaba signada por el drama. Fruto de una violación, iba a ser abortada. Su mamá, una adolescente de quince años, quedó embarazada tras ser abusada por su padre.

Sin embargo, el curso de los hechos llevó a otro desenlace. Nació. Los diagnósticos médicos no le pronosticaban una alta expectativa de vida, para ser exactos, no más de un año, ya que además de la parálisis cerebral, presentaba fisura palatina, pie bot bilateral y luxación en los codos. Muchas familias se ofrecían como posibles adoptantes, pero cuando conocían las complicaciones de Jemima, rápidamente desistían.

En una reunión de culto, donde se habían congregado la mayoría de iglesias de la ciudad de Esquel, de donde es Esteban, éste escuchó la historia, que se convirtió en el motor suficiente para mover cielo y tierra hasta dar con las personas que lo condujeron hasta la niña. “Fue amor a primera vista”, cuenta. A partir de ahí, cincuenta días después, luego de tediosos e infinitos trámites burocráticos, Esteban y su familia lograron la adopción plena.

Jemima desafió los pronósticos médicos. Abrió los ojos, lloró y se expresó. Fue a la escuela, viajó miles de kilómetros a lo largo del país para visitar a sus hermanos mayores, Cristián e Isabela, que estudiaban en la universidad. “Vivió y fue muy amada. Jemima luchó y se aferró a la vida por cinco años y tres meses”, dice Esteban, y dejó una importante lección de vida en todos los que la conocieron. “Una de las cosas que pudimos aprender a partir de su existencia, es valorar todo lo que tenemos y damos como normal, pero fundamentalmente, valorar la vida”. En octubre de 2008 falleció “en nuestros brazos, en casa”, recuerda su padre adoptivo, a causa de un paro cardíaco por el daño que presentaba su sistema neurológico dadas las reiteradas convulsiones.

El martes pasado Esteban participó y expuso su testimonio personal en el octavo plenario de comisiones que se llevó adelante en la Cámara de Diputados de la Nación para analizar y debatir los distintos proyectos sobre la despenalización del aborto. Voces a favor y en contra defendieron sus posturas en un lapso de siete minutos dentro del recinto. “Este es un contundente aporte a favor de la vida, porque tenía muchas contras para poder vivir (su hija). No hay razón para abortar ni siquiera en estos casos», sostuvo Esteban ante el público presente, entre la emoción y la firmeza, haciendo referencia al crudo relato del que fue protagonista Jemima.

“Jemima fue un regalo de Dios. La vida triunfando sobre la muerte. No hay razón para realizar aborto siquiera en caso de violación, aunque la ley ya lo permite. No es necesaria una nueva legislación como los proyectos abortistas que pretenden. En nombre de Jemima y de todos los niños por nacer, pido a los diputados que legislen a favor de la vida en todo sentido, y en toda circunstancia”, cerró su discurso en el estrado.

Tras finalizar su exposición, en diálogo con Con la Gente manifestó estar “muy emocionado” de poder hacer su aporte. “Poder hablar de ella es una experiencia muy fuerte. Nunca me imaginé que iba a estar hablando en el Congreso Nacional, y menos en este debate, que creo que ni siquiera debería darse. Estamos orgullosos de tener la oportunidad de hablar a favor de la vida”, señaló.

En el marco de un debate, donde se intercambiaron y exhibieron datos duros respecto a cifras que ubican al aborto clandestino como principal causa de muerte en mujeres, su discurso discordante se fundó en la creencia y experiencia personal de vida. Su posición respecto a la interrupción voluntaria del embarazo se sostiene “en un conjunto de cosas”, pero sobre todo en la creencia de Dios “como fundador y sostenedor de la vida”. “Dios tiene un plan para cada persona. Nadie está como fruto del azar en la Tierra. En cada vida humana hay un propósito, delineado y diseñado por Dios”, remarcó.

En ese orden, sostuvo que la vida siempre debe prevalecer por encima de cualquier circunstancia. “Si hay un embarazo no deseado se tiene que proteger la vida, y una posibilidad es la adopción, hay muchas familias en la Argentina que quieren tener hijos y que no pueden”, y en ese caso consideró que la ley de adopción debería ser modificada en pos de una mayor agilización, “pero no como una negociación a cambio de poner una de cal y una de arena, sino que hay que ser terminante para proteger la vida, de la madre, y del niño por nacer”.