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Un país sin inversión en ciencia y tecnología, destinado al fracaso


Por Silvina García Larraburu (*)

En el marco del debate sobre el Presupuesto 2019, y como presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la Nación, considero necesario advertir las implicancias del continúo recorte en el área científico-tecnológica, entre otras.

La constante disminución de las partidas presupuestarias en términos reales, sumado a la falta de apoyo a programas vigentes y nuevos proyectos, condenan a la Argentina a abandonar un proyecto científico-tecnológico a cambio de un proyecto fundado en la exportación de granos y la primarización de la economía.

Esta situación llegó a alertar incluso a la comunidad científica internacional, que mediante una carta con más de 1200 adhesiones, ha expresado su preocupación por la crítica situación que padece el sector en nuestro país.

No valen declaraciones ni razones de buenos modales, en estos días se pretende sancionar un proyecto de ley que prevé un “ajusticiamiento a la baja” de la Ciencia y Tecnología en más del 10% en términos globales.

Algunos organismos, como la CONAE, que acaba de poner en órbita el satélite SAOCOM A -un hecho trascendente a nivel mundial por su importancia-, llegan a sufrir un recorte que alcanza el 44%.

Este ajuste no sólo implica discontinuar programas plurianuales científicos y de innovación, embargando los beneficios futuros y desperdiciando la inversión realizada; sino que además representa la fuga de talentos al exterior. Un Gobierno que llegó con una promesa de campaña con el objeto de posicionar a la Argentina en el mundo, lo último que debiera hacer es atentar contra la Ciencia y la Tecnología.

Los recortes presupuestarios están directamente vinculados a la falta de pago a los proyectos que dependen de los principales organismos del sector. Por este duro golpe al desarrollo nacional, se ven también afectadas las empresas cientifico tecnologicas que prestan servicios a estos proyectos, la mayoría de ellas PyMEs o empresas familiares.

Ejemplo de ello es el reciente cierre de Servicios Integrados Tecnológicos (STI), cuya labor fue fundamental en la fabricación del SAOCOM.

Como sucedió con una frase que se popularizo y viralizó por todo el mundo en la campaña electoral de Bill Clinton, cuando un asesor sentenció a un oponente con la frase “Es la economía estúpido”, la misma bien podría convertirse en “Es la Ciencia y Tecnología, más la Educación, Macri”. Ese es el camino a seguir para conquistar un país independiente económica, política y culturalmente.

Lamentablemente, sabemos que nadie es profeta en su tierra y más tratándose de Cambiemos y su “falta” de política y de rumbo en el sector. Un país sin inversión en Ciencia y Tecnología está destinado al fracaso.

(*) Senadora nacional por Neuquén (Frente para la Victoria-PJ).