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Cine/Crítica

Un kiosco que trae un gran dolor de cabeza y hace reflexionar


Por Mario Luzuriaga

Hace un tiempo que no se refleja en el cine la realidad actual y en este caso se la ve en un tono de comedia, pero a la vez de llamado de atención.

Esta propuesta de Pablo Gonzálo Pérez no podía ser protagonizada por otro actor que no sea Pablo Echarri.

En esta historia conocemos a Mariano, un hombre de familia que tiene un trabajo chato y que, por la crisis, está ofreciendo el retiro voluntario de sus empleados. Al ver esto como una oportunidad, Mariano se retira y decide invertir todos sus ahorros en un kiosko ubicado en el barrio en el que pasó su infancia. Pero todo cambiará radicalmente cuando cerrarán la calle donde está el local para construir un paso bajo a nivel.

Echarri es reconocido por su activismo político y se ve comprometido en la realidad económica que atraviesa el país, y en esta ocasión se lo puede ver destruido moralmente, estafado y demás sensaciones que sólo una persona en ese estado puede vivir. Eso es lo que más impacta y la película retrata lo que le puede pasar a un ciudadano de a pié.

Si bien hay pases de comedia, en sí es un drama, pero llama la atención lo bien lograda que están las actuaciones de Sandra Criolani que interpreta a su esposa y la de Roly Serrano, que acompaña con esperanza a su amigo.

Sin más que decir esta es una comedia dramática que refleja, sin querer o queriendo, lo que se vive hoy en día en el país.

Calificación: Buena.