En el medio de un extenso pastizal del este de Tucumán, la principal edificación que se destaca por varios kilómetros es la Escuela Carlos Vergara, que, con 120 alumnos, es la única en el paraje rural Ranchillos Viejos. En esta institución educativa, un grupo de cuatro estudiantes del secundario Bernabé Araoz, ubicado en la capital tucumana, irrumpen en una clase con un bidón de agua sin fondo, algodón, arena, piedras, mapas de la provincia y cartulinas. Ante la atenta mirada de sus pares, se disponen a armar un filtro de agua casero y alertarlos sobre los efectos nocivo del arsénico que consumen, sin saber, diariamente.
Esta escena se repite regularmente en esta y otras escuelas de la zona gracias al proyecto educativo «Un Enemigo Invisible» que lleva adelante desde principios de 2018 la profesora Fernanda Daniela Galero junto a sus alumnos de 4°año y que fue uno de los ganadores de la 12° edición del Premio Comunidad a la Educación de Fundación La Nación. «Como docente es muy inspirador ver cómo los chicos asumen el rol de educadores solidarios, porque ayudan a sus pares y visibilizan una problemática muy grave que prácticamente se desconoce. De ahí, el nombre del proyecto», cuenta Galero.
El objetivo de esta iniciativa es informar a los estudiantes de escuelas rurales del este tucumano sobre la contaminación del agua con arsénico y sus efectos nocivos para la salud a través charlas informativas dictadas por los propios alumnos. Además, se les explica cómo purificar el agua a través de un filtro y pasteurizador que ellos mismos pueden fabricar de manera sencilla y económica. «No queremos solamente remarcarles que estaban tomando agua contaminada. Les acercamos una solución práctica», asegura la docente, de 38 años.
El arsénico es un metaloide de origen natural presente en la corteza terrestre y que contamina tanto el agua subterránea como las aguas superficiales. Jorge, director del Centro de Ingeniería en Medioambiente del ITBA, explica que puede llegar a ser muy nocivo si se consume por mas de 10 años, con la posibilidad de generar una enfermedad llamada Hidroarsenicismo Crónica Regional Endémico (Hacre), que a su vez puede derivar en problemas gastrointestinales, diabetes, bronquitis crónica, verrugas, daños en la piel y hasta cáncer.
Según la docente, estas enfermedades están muy presentes en el este de Tucumán, donde el nivel de arsénico en el agua oscila entre los 10 a 50 microgramos por litro. Si bien este número se adecua a los parámetros del Código Alimentario Nacional, supera el valor determinado estrictamente hace 10 años por la Organización Mundial de la Salud de un máximo de 10 microgramos por litro. En su momento, varias cooperativas de agua del país hicieron un recurso de amparo para que se suspendiera por un tiempo esta exigencia.
Fuente: noticiasambientales.com