La escena tuvo lugar el pasado martes en las costas de Ceuta durante la llegada de miles de personas
La crisis migratoria de Ceuta recorrió el mundo el los últimos días luego de que una gran cantidad de personas llegaran nadando al enclave español desde Marruecos. Las imágenes de lo que pasaba en la costa africana colmaron las tapas de los diarios y las páginas de internet, pero hubo que se destacó notablemente el martes. El abrazo de Luna, una joven madrileña y voluntaria de la Cruz Roja, y uno de los migrantes recién llegados.
Ella con su remera blanca inmaculada, un chaleco de la Cruz Roja y nos lentes a la moda. Él cubierto de polvo y arena, con la ropa húmeda y agotado del cruce. Ambos se funden en un abrazo. Las lágrimas del hombre de gran porte entre los brazos de la joven son una muestra simple y dolorosa de la desesperación.
«No creo en ningún Dios pero estoy segura de que si viviera las situaciones que ha vivido esta gente lo haría», escribía en su Twitter, por la noche, la chica de la escena.
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Luna tiene un blog con Noelia, su compañera de prácticas del Ciclo Superior de Integración Social en Ceuta, desde marzo: Ceutonenas. La rapidez con la que se viralizó su imagen no le dio tiempo ni a actualizarlo. Pero sí agradeció los mensajes de cariño y contestó a los críticos que insinuaban otras intenciones en el abrazo: «Cuando me dicen esto siempre digo lo mismo…Me siento más segura con ellos que con gente que piense como tú».
«Qué frustración, que cansancio físico y psicológico y qué rabia» era su resumen del día. «Ayuda humanitaria no es quitarse a las personas de encima, es atender sus necesidades y más en estas condiciones», detallaba Luna, «es raro que te den las gracias por algo que tendría que ser normal…».