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Un camión lo chocó, se repuso y sueña con los Paralímpicos de Tokio: una historia de superación


Andrés Biga es uno de los atletas más destacados del ciclismo adaptado argentino. Hace 11 años sufrió un accidente terrible. Pero a fuerza de voluntad salió adelante

“Este año es muy duro para mí más allá de la pandemia. Mi madre falleció de cáncer justo antes de que ‘explotara’ lo del coronavirus. Así que quedé con mi papá encerrado en casa haciendo la cuarentena. Desde lo emocional fue muy difícil pero seguí entrenando y ahora vuelvo a la pista con mucha ilusión”. Las palabras pertenecen a Andrés Biga, el ciclista medallista en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019 y campeón de La Vuelta de San Juan, quien en 2009 sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas y, entonces, encontró el camino en el deporte adaptado.

«Uno elige ser víctima o protagonista de su historia», esa es una de sus frases de cabecera. Atrás quedó el frustrado viaje a Brasil para competir en el Sudamericano y muy lejos está Tokio, pero Biga jamás resigna sus sueños: “Por suerte ya estoy entrenando en la pista del predio que tiene la Secretaría de Deportes de la Nación en Ezeiza. Sé que para clasificar a los Juegos Paralímpicos de Tokio estoy complicado porque tendría que sumar demasiados puntos, pero lo voy a intentar. Ojalá pueda lograrlo. Y si no daré lo mejor para llegar a París 2024, porque mi sueño es representar a la Argentina en un Juego Paralímpico”.

Ni ese camión que lo atropelló contra la banquina mientras entrenaba en la ruta pudo frenar sus sueños. Aquel ciclista de 29 años vivió un año donde primero se aferró a la vida y en cuanto pudo regresó al deporte. Pasó por la natación, para volver a su pasión, el ciclismo; y hoy como siempre readapta sus objetivos: “Volver a competir y sumar puntos, hoy pienso en eso. Siempre hay que plantearse objetivos realizables, ahora tengo que pensar en disfrutar del entrenamiento y correr en la mayor cantidad de carreras posibles”.

Aunque vivió meses de profunda tristeza, elige resaltar: “Lo mejor de la cuarentena fue que no paré de entrenarme. Gracias a los simuladores pude continuar con la preparación de manera indoor y eso me permite soñar que lo de Tokio todavía puede ser posible. Quiero agradecer a la Secretaría de Deportes de la Nación, el Enard, mis sponsors y fundamentalmente al cuerpo técnico de la selección que me apoya constantemente y ayuda a mi crecimiento”.