Un argentino de 45 años, quien reside en la ciudad China hace cuatro años, contó la actualidad en la ciudad donde aparecieron los primeros casos
Javier Pérez, un argentino de 45 años que reside en Wuhan, la ciudad de China donde aparecieron los primeros casos de coronavirus hace un año, aseguró que en la actualidad «el ritmo de vida es igual al que había previo a la pandemia» aunque «hay hábitos que no se fueron» como el uso del barbijo, de alcohol en gel en espacios públicos o el control de la temperatura en el acceso a los trabajos, comercios y escuelas.
«Estamos muy bien, nada comparado con lo que fue al principio y nada comparado con lo que pasa en el resto del mundo ahora», contó en diálogo con Télam Pérez, quien reside junto a su esposa Joy Chen, su hija de 5 años y su hijo de 18 meses en Wuhan hace cuatro años y en China desde 2006.
Con 11 millones de habitantes, Wuhan es la extensa capital de la provincia de Hubei, en China central, donde comenzó el brote del virus Sars-CoV-2 hacia fines de diciembre del año pasado.
«Actualmente no hay transmisión comunitaria, los casos que aparecen son de personas que viajaron pero como existe todavía cuarentena obligatoria para cualquiera que regresa a la ciudad la situación está controlada», detalló Javier.
«También aparecieron algunos casos vinculados a personas que trabajan en transporte y logística, sobre todo de alimentos, pero enseguida hacen el rastreo de los contactos estrechos y quedan todos aislados y en una semana ya lo contienen», completó.
El argentino, que trabaja en una importante fábrica automotriz de origen alemán, describió que «en los espacios públicos de casi toda China hoy se siguen usando barbijos y en Wuhan particularmente nosotros seguimos con mascarilla todo el tiempo que no estamos con nuestros grupo familiar. En la fábrica, por ejemplo, yo tengo una oficina solo, cuando entra alguien inmediatamente me pongo el barbijo».
Aunque están permitidas las reuniones sociales, Javier sostuvo que «todavía se intenta evitar que se junte mucha gente», pero dijo que «el resto de las cosas funciona como antes con protocolos; por ejemplo, mi hija va en micro a la escuela y le miden la temperatura antes de subir al micro y antes de entrar a la escuela».
«Durante meses no usamos aire acondicionado sino que abríamos las ventanas en espacios cerrados; ahora como no hay prácticamente casos en la ciudad esto cambió, pero estimo que si aparecen nuevos contagios se retomará la práctica», detalló.
El alcohol en gel sigue estando disponible para el ingreso a cada espacio, tanto oficinas como supermercados y escuelas, y otra medida que se mantiene es que al entrar a los comercios en muchos casos hay que escanear el código QR que tiene cada persona en su celular.
«Este sistema se implementó durante los primeros días de la cuarentena; cada persona tiene asignado un código QR personal que permite al gobierno hacer un seguimiento en caso de que haya que hacer rastreo de contactos«, explicó. El saludo no cambió, sencillamente porque el beso en la mejilla no era parte del ritual en China antes de la pandemia.
El 31 de diciembre, China reportó ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) que 27 personas tenían un tipo de neumonía de origen desconocido, en su mayoría trabajadores del mercado de mariscos de Wuhan; y diez días después se informó que se trataba de un nuevo coronavirus. El 11 de enero se divulgó que había un primer muerto por esta causa.
Desde que comenzó la pandemia la ciudad notificó más de 50.340 casos y 3.869 muertes, pero la mayoría de estos números corresponden a los primeros meses del año.
El 23 de enero, el gobierno local cortó los accesos a la ciudad, lo que generó varios inconvenientes porque muchas personas se habían movilizado por el Año Nuevo chino.
«Unos días después determinó que se podía salir solo a comprar artículos esenciales (comida, farmacia), después que no se podía usar el auto y finalmente que no se podía salir de la casa por ningún motivo», recordó Pérez.
La cuarentena de dos meses fue «realmente estricta, nadie se movía de sus casas» y la apertura comenzó hacia el 22 de marzo, señaló. Unos días antes, a mediados de marzo, los nuevos casos diarios notificados en todo China promediaban los 30 y desde ese entonces sólo en pocas oportunidades superaron los dos dígitos. Por ejemplo, en abril y fines de julio cuando hubo brotes que rápidamente se controlaron.
Para Javier, el éxito de la contención del virus en China radicó en dos aspectos. «Por un lado, la cultura es muy diferente, acá si el gobierno dice que hay que quedarse en casa las personas entienden que es necesario y lo hacen, hubo mucha unidad en cómo encarar el problema».
«Por el otro, cuando detectaban un caso esa persona estaba obligada a ir a un centro de aislamiento por catorce días y se realizaba un rastreo de contactos muy exhaustivo. Los centros de aislamiento eran camas en estadios de fútbol, a nadie le gustaba estar ahí, pero las personas se lo bancaron y también gracias a eso se logró salir de la situación en la que estábamos», contó.
Finalmente, el argentino también mencionó el testeo masivo que se realizó en Wuhan a finales de mayo con casi 10 millones de hisopados, lo que permitió la detección de casi 300 personas asintomáticas, según datos oficiales.