El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apoyó este viernes la aprobación de mayores controles para la compra de armas luego que el país se conmocionara con los dos tiroteos masivos del fin de semana pasado, pero volvió a enfocar el problema en las personas con enfermedades mentales y no en el aumento del racismo que denuncia la oposición.
«Se están teniendo discusiones serias entre los líderes de la cámara baja y del Senado sobre Chequeos de Antecedentes en serio. También estuve hablando con la NRA (la mayor organización lobbista de la industria de armas) y otros para que sus puntos de vista puedan ser completamente representados y respetados», escribió Trump en su Twitter.
«Las armas no deben caer en manos de los enfermos mentales o los locos. Soy el principal defensor de la Segunda Enmienda (Constitucional, que garantiza la libertad de tener armas), pero tenemos que trabajar juntos en pos del bienestar y la seguridad de nuestro país. Con sentido común las cosas se pueden hacer bien para todos», agregó.
El fin de semana pasado, dos jóvenes blancos acribillaron y mataron a 31 personas en un supermercado y a la salida de un bar en Texas y Ohio, y en al menos una de estas masacres la motivación racista contra los inmigrantes, especialmente los mexicanos, es clara.
Desde el primer momento y como suelen hacer funcionarios estadounidenses de ambos partidos, el presidente Trump aseguró que este tipo de violencia armada es provocada por locos o enfermos mentales. Sin embargo, precandidatos presidenciales demócratas y organizaciones de derechos civiles responsabilizaron al mandatario de alimentar un discurso y una escalada racista que se vio reflejado en al menos uno de los tiroteos masivos recientes.
Mientras investigan exactamente qué pasó, el FBI también anunció que caratuló como «terrorismo interno» a otro tiroteo masivo que sucedió en un festival de comidas en California el mes pasado porque encontraron evidencia de una posible motivación racista.