A la defensiva, por un reciente libro crítico de su gestión y un artículo de opinión anónimo sobre la «resistencia» interna en la Casa Blanca, Donald Trump se irrita y vuelve a la carga para desacreditar los testimonios que arrojan dudas sobre su capacidad para dirigir a Estados Unidos.
«(El libro de Bob) Woodward es un fraude», escribió el presidente estadounidense este viernes en un tuit enviado desde Montana, donde asistió a un acto de campaña.
Las 448 páginas escritas por el famoso periodista estadounidense que reveló el caso Watergate que condujo a la caída del presidente Richard Nixon, describen a un hombre incapaz de afrontar los desafíos de la presidencia, a quien sus colaboradores se esfuerzan por controlar para evitar un desastre.
El impacto de este libro se ha multiplicado por la publicación en el New York Times, en la misma semana, de un artículo de opinión anónimo escrito por un alto funcionario de la administración de Trump, quien se presenta como un miembro de la «resistencia» dentro de la Casa Blanca y denuncia «la amoralidad del presidente».
«Yo no hablo de la forma en que soy citado. Si ese fuera el caso, yo no habría sido elegido presidente», escribió el mandatario en un tuit, en el que acusó a Woodward de utilizar en su libro «todas las artimañas posibles para degradar y despreciar».
En las páginas del libro, por ejemplo, el Secretario General de la Casa Blanca, John Kelly, describe al presidente septuagenario como un «idiota», y dice que es «inútil tratar de convencerlo de algo».
Trump tomó un ejemplo concreto del trabajo de Woodward para descalificarlo. A principios de esta semana, dijo que nunca había descripto a su secretario de Justicia, Jeff Sessions, de «retrasado» y «estúpido del Sur», como señala el libro. Además, dijo que nunca había usado la palabra «retrasado» contra nadie.
Sin embargo, varias grabaciones lo contradijeron rápidamente, demostrando que sí había empleado el término en el pasado, en especial para describir a un periodista que había puesto en duda su talento como empresario.
La crisis en la que se hunde la Casa Blanca preocupa a los republicanos en su carrera hacia las elecciones parlamentarias de noviembre, en las que temen perder la mayoría en el Congreso.
Consciente de lo que está en juego, Trump está multiplicando sus viajes de campaña, incluso pese a que su presencia en la primera línea de batalla puede ser un arma de doble filo.
– «¡Sería una buena primicia!» –
El jueves por la noche, en Billings, Montana, Trump mismo planteó el tema de su eventual destitución para estimular la movilización de su base electoral en el período previo a la votación.
«Les gusta utilizar la palabra destitución», bromeó, incluso mientras sus oponentes demócratas siguen siendo muy cautelosos sobre este tema, a sabiendas de que puede ser contraproducente.
«¿Cómo se puede reclamar la destitución de alguien que hace un excelente trabajo, que no ha hecho nada mal? Nuestra economía está bien. ¿Cómo pueden hacer eso?», dijo.
En ese sentido, las cifras publicadas este viernes podrían darle un motivo para celebrar: la economía continuó su crecimiento en agosto, por encima de las expectativas de los analistas, y la tasa de desempleo se mantuvo en 3,9%.
Mientras, se mantiene el misterio que rodea a la identidad del «alto funcionario de la administración» que escribió el artículo anónimo publicado en The New York Times.
El estilo o la referencia a un evento o individuo: todas las pistas se estudian para tratar de identificarlo.
Según el diario, la Casa Blanca tiene una lista de 12 posibles sospechosos.
Es notable que Trump, que nunca pierde la oportunidad de tildar a los periodistas como «enemigos del pueblo», los alentó ahora a redoblar sus esfuerzos en sus investigaciones por ubicar al responsable del artículo.
«¡Sería una buena primicia!», señaló el mandatario.