Política y Economía

Trotta: el regreso a la escuela permitirá «recuperar centralidad de la agenda educativa»


El ministro de Educación de la Nación analizó la vuelta de las clases, prevista para este miércoles

Transitar el ciclo lectivo 2021, luego de un año de presencialidad de los alumnos acotada por la pandemia, implicará «recuperar la centralidad de la agenda educativa» y profundizar el «proceso de reorganización pedagógica» iniciado en 2020, señaló el ministro de Educación, Nicolás Trotta.

En una entrevista con Télam, el funcionario aseguró que ese será el principal desafío de cara a la inminente vuelta a la escuela, sin dejar de atender «las políticas de acuerdos con todos los actores del sistema», lo cual ratificará al ámbito escolar como «un espacio seguro» de la mano de «una mayor inversión» para garantizar «una intensa presencialidad» durante todo el año.

—¿Cuáles serán los principales desafíos que afrontará este año el sistema escolar?

—La principal responsabilidad será recuperar la centralidad de la agenda educativa en el marco de la pandemia y la pospandemia, y eso se vincula a múltiples desafíos. Tenemos el regreso seguro a la presencialidad con toda la incertidumbre sobre como será la evolución de la pandemia. Lograda la meta de una presencialidad cuidada, tratar de sostenerla en el tiempo con la prioridad en el proceso de reorganización pedagógica frente a la complejidad de aprendizajes muy heterogénos en nuestras aulas y, en tercer lugar, abordar la desigualdad educativa que presenta enormes asimeterías, lo que demandará un acuerdo federal junto a un despliegue de una agenda que priorice la inversión.

—¿El aumento en un 29% del presupuesto educativo este año va en orden de estos objetivos ?

—Es el primer paso; no es la meta. Tenemos que sostener un aumento progresivo año tras año, no solo desde el Estado nacional sino también desde su reconfiguración en cada una de las jurisdicciones ya que no solo la Ciudad de Buenos Aires tiene una pérdida de protagonismo en la inversión educativa, sino que hay otras jurisdicciones en situación de mayor desequilibrio fiscal, con realidades económicas no tan robustas, como sí tienen, por ejemplo, las de la región Centro.

—¿Cómo evalúa el lugar que ocupó la escuela durante la pandemia?

—Esta pandemia permitió construir un concepto casi unánime sobre la trascendencia de la escuela, algo que no es nuevo para nuestra fuerza política, pero parece que implicó un redescubrir de esa centralidad para otra fuerza política. Esta es la discusión de fondo porque nuestra expresión política puso siempre dicha centralidad en agenda, es decir, las políticas federales priorizaron y priorizan la educación. No tenemos que ir al siglo XX para saber cómo fue el comportamiento de la expresión política de la oposición respecto a la escuela; lo podemos ver dos años atrás, desde el fuerte proceso de desinversión, hasta diría desprecio, reflejado en las declaraciones públicas hasta el propio despliegue de una agenda de desarticulación, como el Conectar Igualdad, pasando por el conflicto constante con los docentes, en el cual hubo una voluntad de exacerbarlo como estrategia política.

—¿Cómo influye esa desinversión de la gestión anterior en la toma de decisiones para enfrentar esta emergencia educativa?

—Yo creo que todavía no se reflexionó lo suficiente sobre que cayó un tercio la inversión educativa en la gestión de Macri. En la provincia de Buenos Aires, cuyo sistema educativo representa el 37 por ciento del nacional, durante los cuatro años de gestión de María Eugenia Vidal, implicó una caída del 20 por ciento en términos reales en inversión educativa. Así hubo un 33 por ciento de caída de inversión educativa en términos nacionales y un promedio del 16 por ciento de caída en todas las provincias. Nuestra fuerza política generó consensos, que se tradujeron en leyes que marcaron un horizonte en el campo educativo. Leyes que fueron incumplidas por la ahora oposición que las había votado anteriormente. Entonces no se puede construir una política de Estado que trascienda las fuerzas políticas sino se cumplen las leyes que se votan.

—¿Podría haber un cambio en la presencialidad prevista este año ante un eventual rebrote de casos?

—El 2020 significó un proceso en construcción constante y aprendizajes. En 2021 no podemos tomar las mismas decisiones que en 2020. Hoy sabemos mucho más, tenemos más experiencia, no solo de la Covid-19 en general, sino de la Covid-19 y la escuela. Todo esto es un activo, pero también tenemos pasivos, como el impacto educativo que hemos sufrido, el cansancio social que tiene todo el mundo, que es algo ineludible. No se puede tomar a la Argentina ni tan siquiera a una provincia como un todo. Se tiene que avanzar en decisiones que prioricen la presencialidad en la escuela, dentro de lo que es una presencialidad cuidada. Esto implica la recuperación de los aprendizajes y la reorganización pedagógica, que va de la mano de garantizar una presencialidad segura con la mayor intensidad posible.

—¿Cuál es su posición frente a las voces que afirman que no hubo una voluntad oficial de regreso a la escuela en 2020?

—En mayo del año pasado constituimos las comisiones para redactar los protocolos de vuelta a clases y los aprobamos el 2 de julio. Luego cada jurisdicción pudo avanzar según la realidad epidemiológica y los consensos sociales que tenía en su territorio. Argentina no es una sociedad uniforme en cuanto a las demandas sociales, lo que ocurre en la Ciudad de Buenos Aires o Rosario no es lo mismo que lo que pasa en Venado Tuerto, Río Grande o Comodoro Rivadavia. No podemos hacer un análisis simplificado y decir por qué los casinos estaban abiertos y no las escuelas. La realidad indica que abrir las escuela implica la movilización de 15 millones de personas. En Mendoza estaban los comercios abiertos y recién se pudo abrir las escuelas en las últimas tres semanas porque tenían el sistema sanitario saturado. Y no podemos realizar una comparación lineal frente a lo que ocurre en los países del hemisferio norte con los del sur porque la Covid-19 es una enfermedad respiratoria que se agrava en invierno. Sabemos que ninguna decisión que tomemos en un tema tan sensible tendrá un respaldo unánime de la sociedad, como tampoco lo tuvo en 2020. Cuando aprobamos los protocolos la decisión recibió críticas porque, se decía, íbamos demasiado rápido. Fui criticado por los sindicatos por promover la presencialidad y cuestionado por ciertas voces de la oposición por obstruirla. Tenemos que tener la responsabilidad de priorizar la educación y no afectar a la salud.