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Trasplante de órganos: 76% de las personas inscriptas necesitan un riñón


En el marco del Día Mundial del Trasplante, se conoció que de las casi 8 mil personas anotadas en la lista de espera de órganos del Incucai, 5.814 necesitan una donación de riñón, órgano que puede tratarse de diversas formas y trasplantarse en vida.

Luego de la reglamentación en enero de este año de la Ley de trasplante de órganos, más conocida como “Ley Justina”, se espera que se agilice ampliamente el proceso de donación de órganos en Argentina. Actualmente son 7.576 personas las que se encuentran a la espera para recibir un órgano, de las cuales el 76% precisan la donación de un riñón. Si bien los trasplantes aumentaron en promedio un 6% por año desde el 2000 hasta la actualidad, todavía existe un déficit a la hora de combatir las necesidades del sistema.

La tendencia de afecciones vinculadas al riñón es una realidad que se extiende en todo el mundo por igual, convirtiéndolo en el órgano más solicitado. Según los índices del Incucai, fallecen 20 mil argentinos por año por enfermedad renal crónica, que afecta a 4 millones de personas. “En Argentina la tasa de prevalencia de pacientes en diálisis es cercana a 700 por millón. La enfermedad renal en estadios prediálisis es 20 veces mayor. Esta afección es una complicación de enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión arterial mal controladas que, con el tiempo, afectan al riñón” explica José Luis Bustos, vicepresidente de Incucai.

La incidencia de este tipo de enfermedades impulsan a que grandes instituciones, como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), investiguen el costo-efectividad entre el trasplante renal y las terapias dialíticas (Hemodiálisis y Diálisis Peritoneal) en Latinoamérica. El doctor Santiago Torales, médico nefrólogo y miembro de la Fundación de Estudios para la Salud y la Seguridad Social (FESS), fue seleccionado como parte del proyecto de investigación en Argentina. Según los resultados de dicho estudio, el trasplante y la diálisis peritoneal se definieron como las alternativas más costo-efectivas en términos de años de vida ajustados por calidad, o muertes evitadas por gasto sanitario invertido.

Por otro lado, numerosos estudios han demostrado que el trasplante renal es una terapia que mejora la supervivencia a largo plazo cuando se compara con la diálisis de mantenimiento; pero el escenario de donaciones en Argentina deja a más de 5 mil personas aguardando en una lista de espera que continúa creciendo.

La condición fundamental para realizar un trasplante en vida es que la donación no implique riesgo de vida para la persona donante. En este sentido, el único órgano que permite la donación en vida es el riñón, así como también “porciones” de pulmón o hígado.

“La primera opción siempre debiera ser el trasplante con donante fallecido ya que no se debe someter a un riesgo potencial -por mínimo que sea- a una persona sana. Asimismo, el trasplante con donante vivo está limitado por la compatibilidad necesaria para evitar el rechazo”, afirma el vicepresidente del Incucai.

En 2018, se realizaron 701 procesos de donación, que permitieron 1.681 trasplantes de órganos. Dentro del total, se destacan 1.356 trasplantes de riñón, de los cuales sólo 371 fueron con un donante vivo.

Para apaciguar posibles temores, el Dr. Bustos destaca que el riesgo de la cirugía de donación en vida es el habitual al de toda cirugía con anestesia; siendo que los donantes son estudiados exhaustivamente antes de aceptarlos, minimizando los riesgos. En nuestro país, el Incucai lleva un registro del seguimiento clínico de los donantes vivos, el cual señala que dichos donantes no observan alteraciones en su calidad de vida.

Para ser donante en vida es necesario tener grupo sanguíneo compatible, tener adecuada compatibilidad HLA (Antígenos Leucocitarios Humanos) -equivalente a no tener antígenos muy agresivos- y además realizarse la prueba donde se cruza la sangre del donante con el receptor para confirmar que no se rechacen in vitro. Teniendo en cuenta este panorama, la donación renal cruzada fue autorizada para reducir los tiempos de espera de aquellos pacientes que no sean compatibles con su donante, aunque el impacto es mínimo. “Durante el año 2018 el aumento de donantes fallecidos generaron casi 200 trasplantes renales más que el año anterior, mientras que sólo hubo 2 trasplantes con donante cruzado”, expone el vicepresidente del Incucai.