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Tras un año y medio de virtualidad, Applir se ilusiona con el reencuentro


CLG dialogó con María Rosa Julián, presidenta de la institución dedicada al apoyo a personas con discapacidad, quien contó que el próximo lunes puede darse la reapertura del espacio

La Asociación Padres Por La Igualdad Rosario (Applir) es una institución de vasta trayectoria en Rosario que realiza una tarea fundamental y encomiable: se encarga de ayudar y brindar un espacio de capacitación a personas con discapacidad. Sin embargo, hace un año y medio que voluntarios y jóvenes no pueden verse en persona y trabajar en su espacio habitual producto de la pandemia. Ahora la ilusión es otra ya que desde Applir estiman que el próximo lunes puede darse el tan ansiado reencuentro. Así lo adelantó a CLG la presidenta de la institución, María Rosa Julián.

Applir es una institución que con arduo trabajo brinda espacios para el desarrollo de jóvenes y adultos, para la recreación y para la capacitación laboral. Uno de sus ejes fundamentales es que los jóvenes con discapacidad puedan conseguir insertarse laboralmente. Lamentablemente, ese trabajo se vio maniatado por la pandemia y, si bien muchos talleres continuaron de forma virtual, hace un año y medio que la asociación no puede desarrollar su potencial pleno.

María Rosa contó que esa dura realidad puede empezar a cambiar en pocos días, siempre y cuando llegue la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus para los jóvenes con discapacidad: «Todavía no estamos trabajando normalmente. Tenemos pensado abrir el próximo lunes 6 de septiembre, siempre esperando la segunda dosis de la vacuna, creo que en estos días vamos a tener la suerte. Aquellos que ya tienen las dos dosis van a retomar el trabajo de a poco respetando todos los protocolos, porque sabemos que esto va a seguir por mucho tiempo».

La presidenta de Applir relató lo duro que fue atravesar esta pandemia, la cual no esquivó a la discapacidad: «La pasamos mal. Fue mucho tiempo y nadie esperaba algo así. Tuvimos varios casos de fallecimientos de jóvenes, familiares o amigos, todos perdimos a alguien cercano».

«Económicamente esto también nos afectó, estuvimos un año y medio sin actividad, y los impuestos y los servicios se pagan igual. Tuvimos la suerte de que nos ayudaron, porque sino no lo íbamos a poder costear», continuó.  Y agregó: «Tenemos contacto de la Bolsa de Comercio, quienes se han acercado para darnos una donación, con la que venimos subsistiendo. Algunos padres también pagan la cuota mensual, lo cual también ayuda».

La llegada del coronavirus obligó a Applir a cerrar su casa de Centeno 970, lugar habitual de trabajo, y reacomodar todo lo que se pudiese alrededor de la virtualidad: «El taller de música estuvo siempre activo, el de fotografía y el de folklore también. Algunos talleres los pudimos mantener de forma virtual, fue duro pero se siguió trabajando».

Sin embargo, algunos talleres quedaron en pausa, como el de reciclaje, algo que puede cambiar ahora con el regreso a la presencialidad: «Vamos a retomar todos los talleres en la medida que haya al menos cinco jóvenes en cada taller».

El taller de fotografía de Applir, uno de los que pudo mantener su actividad

Para poder cumplir correctamente con las medidas de seguridad, Applir reacondicionará parte de su espacio: «Tenemos la suerte de que la UAI nos va a mejorar la planta alta, que es donde tenemos la mayor posibilidad de airear para poder hacer tranquilamente las burbujas que se necesitan».

Según cuenta María Rosa, el regreso a la presencialidad está atado completamente al cumplimiento de los esquemas de vacunación contra el coronavirus, una deuda que hay con la discapacidad: «Todavía estamos esperando la segunda dosis. Sería mucho más tranquilizador que la tengan, porque esto no pasó todavía».

Mientras tanto, la Asociación Padres Por La Igualdad Rosario no pierde el tiempo y ya organiza una actividad al aire libre para el Día de la Primavera: «El próximo 25 de septiembre, si todo continúa tranquilo, queremos hacer el Picnic de la Primavera en el Parque Independencia».

Así, tras un año y medio de distancia y dolor, Applir comienza a ver un horizonte distinto, con la ilusión de poder reencontrarse cara a cara para seguir ayudando.